Opinión

Nuevos bestiarios

Juan Palomo

6 marzo, 2008 01:00

Juan Gelman, Cormac McCarthy, Joe Baldessari y Jonatahan Littell.

Como tal vez ya sepan, estamos en campaña. ¡Y cómo la hubiera gozado Valle-Inclán! ¡Qué esperpentos! Por ahora la palma se la llevaba una esquela publicada en El país el lunes 25, que contaba cómo lo que más lamentó el difunto al morirse era no haber podido votar a Zapatero, pero lo supera un manifiesto de apoyo a ZP en el que, de los 56 firmantes, apenas 15 son españoles (aunque entre ellos figuren Tomás Segovia o una estudiante sevillana de periodismo), y el resto, más de cuarenta, mexicanos, venezolanos, argentinos (el único conocido, Juan Gelman), brasileños, o una tal Gudrun Ewert, alemana, que firma 2 veces... ¿Estará pagando su hipoteca aquí?

Parece que la crítica alemana ha sido más que malévola con Las Benévolas, de Jonathan Littell, la controvertida (y excesivamente larga) novela sobre un SS llamado Max, que acaba de aparecer allí dos años después de su edición original en francés. La verdad es que tenía interés en ver cómo acogían el mamotreto de Littell allí. De momento,"Die Zeit" la tilda de "kitsh repugnante" y "Sueddeutsche Zeitung la considera "pornográfica". Incluso el "Frankfurter Allgemeine Zeitung", que lo ha prepublicado, acaba reconociendo que no es una obra maestra a pesar de su "inconcebible precisión". A ver qué dicen ahora los lectores. En España las ventas se desinflaron antes de lo previsto.

A la usanza cortazariana, la Fundación Caja Navarra ha editado su Bestiario de lecturas Civican. ZOOguía 2008 de especies literarias, y ya se ha colado en mi papelera. Es un folleto de percha austera del que cuelga una selección de 224 libros para todas las edades organizados en categorías que aluden a especies literarias de animales -mamuts, ovejas negras, vampiros, tortolitos- y cuyo objetivo es "contribuir a la promoción de la lectura". Vila-Matas, por ejemplo, queda registrado como "pulga"; Cormac McCarthy es un ave de paso; Mercedes Abad, un "pez payaso"; Xavier Velasco, una oveja negra; Julian Barnes, un sabueso, y así...

Arde Nueva York, que sigue siendo la reina. Hoy se inaugura la Bienal del Whitney que reúne lo mejor de lo último. Es, desde luego, el gran laboratorio del arte contemporáneo, el mejor termómetro para diseccionar lo que está pasando. Entre los artistas, desde el veterano John Baldessari al joven californiano Roy Rockelen. Alrededor, Matt Mullican, Sherrie Levine o Jason Rhoades. Y en NY me quedo, porque allí, en el puerto, es donde el artista Olafur Eliasson prepara su próximo y ambicioso proyecto. Después de lograr que el sol saliera en la londinense Sala de las Turbinas de la Tate, ahora quiere que cuatro grandes cascadas refresquen las vistas neoyorquinas. Una de ellas estará casi con seguridad bajo el Puente de Brooklyn. El coste total: 15 millones de dólares que pagará la Public Art Fund. Qué poderío.

Tampoco los escritores logran escapar a la maldición del diseño. Rafael Reig comenta en su blog cómo Marta Sanz le contó "que una vez estuvo en un hotel en Barcelona tan diseñado que la llamó por teléfono José ángel Mañas, desde la habitación de al lado. Tenía voz de persona al borde del llanto o a punto de cometer un crimen espantoso. ‘¿Has encontrado el baño en tu habitación, Marta?’ -le preguntó desesperado. ‘Sí, de puta casualidad, apreté sin querer un espejo y se abrió una puerta en otra pared... ¡menudo susto!’ ‘No consigo dar con el baño y... ¡es que me estoy meando encima!’" ¡Y que semejante escena aún no esté en youtube!

Algunas películas "pequeñas" logran conquistar al público, casi sin promoción, y se perpetúan en los cines gracias al boca-oreja. Entre esos éxitos casi ocultos está Once, una comedia romántica que va para su cuarto mes en las salas. O la libanesa Caramel, que ha superado el millón de euros sin grandes es-
trellas ni otro reclamo que su guión. Otro éxito sorpresa es This is England, vibrante reconstrucción de los primeros tiempos del movimiento skin. Son buenas películas que demuestran que el cine de calidad sigue teniendo quien lo vea.

Se va Juanjo Mena de la Sinfónica de Bilbao, orquesta que ha logrado poner en órbita tras años de estupenda labor. La técnica firme, el gesto musical, los criterios interpretativos del vitoriano, heredados de Celidibache, han tenido efecto. ¡Lástima que Mena no haya contado al final con el apoyo económico que reclamaba para el proyecto! l