El bidón de Sinde
A. González-Sinde, Tom Stoppard, Javier Cámara y Clint Eastwood
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El domingo se celebran los Goya pero los críticos catalanes ya han entregado, como es tradición, sus YoGa, que "premian" lo peor del año. El baile de la Victoria y Mentiras y gordas fueron las grandes ganadoras/perdedoras y la ministra de Cultura se llevó un trofeo especial que bautizaron como "la chica con una cerilla y un bidón de gasolina". Por cierto, que la Generalitat se llevó el título "Chiguagua en Beverly Hills" por su su política de doblajes al catalán que desembocó en la huelga de exhibidores.
Genio y figura de Tom Stoppard: Llegó a Madrid, vio la función de su obra Realidad, que se representa en el María Guerrero, le dijo a Natalia Menéndez que le había gustado mucho y saludó afectuosamente a los actores (Javier Cámara, María Pujalte...). Estos se lo llevaron a cenar y cuando llegó la cuenta, la pagó con mucha elegancia, sin parpadear y sin teatro. Imagínense, un sir de los de antes.
Ya lo proclama el último informe sobre el estado del Español en el mundo que acaba de hacer público el Instituto Cervantes: el éxito de nuestro idioma es imparable. Imaginen que hasta el director Emir Kusturica y Johnny Depp están estudiando español para poder rodar el año que viene Los amigos de Pancho Villa y entenderse con todos los actores y extras mexicanos que actuarán en un filme en el que también intervendrá Salma Hayek.
Está visto: ahora, si eres narrador y tu apellido no termina con un sonoro y nórdico sson (ya saben, Larsson, y cía) , no tienes nada que hacer. Hay quien incluso quiere añadirlo al más común Pérez para ver si, transformado en Perezsson logra editor y, sobre todo, miles de lectores. No es broma, la situación comienza a ser para algunos pequeños editores dramática, abrumados ante a las devoluciones que les hacen libreros y distribuidores de títulos publicados no hace meses sino incluso años, para dejar paso a los éxitos más negros del Norte. Cómo será que hasta la próxima Feria de Madrid va a dedicar su próxima edición a la literatura de Dinamarca, Finlandia, Islandia, Noruega y Suecia. ¡Qué frío!, ¿no?
El mundo del arte, galeristas y críticos mayormente, está que trina con el escritor Vicente Verdú y sus ataques reiterados al arte actual. Ataques "gratuitos y con los tópicos insostenibles de siempre" dice un comunicado del Instituto de Arte Contemporáneo, del que forman parte cerca de trescientos profesionales de las artes plásticas. La gota que colmó la ira fue su artículo "Pintar sin pintura", en el que Verdú, ciertamente, destilaba animadversión y desconocimiento a partes iguales. La generalización, amigo Verdú, da al traste cualquier invectiva: ni todas las galerías están desiertas ni todo arte actual es impostura y camelo.