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Opinión

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Por Francisco Javier IrazokiVer todos los artículos de 'Radio París'

10 septiembre, 2010 02:00

Francisco Javier Irazoki


Antes que ETA empiece el traslado de su negocio de señoritos sanguinarios, nos conviene escuchar a una mujer. Todas sus frases son vitaminas para la memoria. Durante años la razón y valentía de Maite Pagazaurtundua fueron el alivio de muchos ciudadanos. Desde muy joven estuvo en las luchas a favor de la democracia, y nunca ha cedido, dejando claro que la ética debe imponerse al miedo. Si en demasiados lugares la libertad no era un vacío retórico, sino el oxígeno amenazado, Maite puso el coraje. Ahora sigue con una labor más silenciosa pero no menos eficaz y ha dado su apoyo a la edición del volumen Vidas rotas (Espasa), mil trescientos folios escritos por Rogelio Alonso, Florencio Domíguez y Marcos García Rey. La historia de cada víctima de ETA está bien recogida en una obra necesaria como pocas. Leo las páginas tristes mientras Maite Pagazaurtundua argumenta otra vez con una coherencia que no excluye la palabra perdón. Allá donde ETA levante su copa de insensibilidad, y la tribu brinde o diga que cincuenta años de sangre no son nada, ese libro y esa mujer van a ser dos espejos justos.