Image: Ni hablar

Image: Ni hablar

Opinión

Ni hablar

Por Marta SanzVer todos los artículos de 'Ni hablar'

10 diciembre, 2010 01:00

Marta Sanz


Los pintores de otras épocas recurrían a pasajes mitológicos y bíblicos -El juicio de Paris, Susana y los viejos- como pretexto para pintar desnudos. La cultura clásica o la religión -argumento de autoridad- neutralizan la concupiscencia de la carne. Caderas y muslos se descarnalizan por el poder desinfectante y sacralizador del relato de prestigio; se congelan como filetes; pierden su aura venérea -no del todo: ahí reside la verdadera lascivia- para adornar el comedor de un rey igual que un bodegón de perdices que se pudren colgadas por la pata.

Hoy los pintores creen que no necesitan pretextos para pintar desnudos. Se equivocan. La fundación de una Caja de ahorros censura a una pintora las siguientes imágenes: una pareja al borde del beso; desnudas mujeres embarazadas; la insinuación de la papiroflexia de un pubis femenino. Pensé que desde El origen del mundo estas cosas no sucedían, pero hay que seguir luchando por la universalización del condón. Me pregunto cuándo viviremos en una sociedad laica donde ni los santos católicos ni los becerros de oro impongan condiciones a nuestra carne trémula.