Opinión

A la orden

Portulanos

24 diciembre, 2010 01:00

Nuestro gobierno socialista de derechas, con su forma tan marcial de solventar el asunto de los controladores aéreos, me ha inspirado un sistema para acabar con los problemas del teatro: hay que militarizarlo ipso facto. Lo primero, uniformar a todo el mundo. A los actores, como son muchísimos y forman una buena tropa, los vestimos de caqui. Los directores, que siempre andan por las nubes, de azul aviación y con gorra de plato. Los dramaturgos, de camuflaje, por si acaso, y escenógrafos y figurinistas con la boina inclinada de los cuerpos especiales. El Tercio Teatrero desfilará a partir de ahora el día de la Hispanidad llevando una cabra, como la Legión, con la diferencia de que nosotros sacrificaremos la nuestra a Dionisos después del desfile para conservar las tradiciones.

Esto de la militarización, no se crean, tiene muchas ventajas. La primera es que mantiene a todo el mundo bajo control, que al fin y al cabo es lo que buscan siempre los gobiernos, sobre todo si son socialistas y de derechas al mismo tiempo. No es que nuestra profesión sea particularmente peligrosa en este sentido y más bien lo contrario, porque bastan unos mimos y alguna subvención para calmar a las fieras; pero entre artistas siempre hay el peligro de que aparezca alguien íntegro así que mejor prever la contingencia: al que moleste, consejo de guerra y al paredón. Luego está el hecho de que pueden mandarnos a todos a Afganistán y sitios así a hacer trabajo humanitario: representar las obras de Lorca ante los talibanes o montar musicales en el Chad. ¡Eso sí que son bolos buenos, y no Talavera de la Reina! ¡Y en esas plazas no hay programadores! Señora Ministra de Cultura, imite a sus colegas y militarícenos.