Imprescindible Goeritz
Mathias Goeritz. Obra sobre papel, maquetas y esculturas.
24 diciembre, 2010 01:00Vista superior de Nueve Torres, 1973
Hay exposiciones especialmente felices, en las que concurren no sólo la importancia del artista, la delicadeza y profundidad de sus obras, lo exacto de la selección y del montaje, sino, también, como es este caso, que devuelven a la actualidad una figura reducida a un puesto más o menos accesorio en la Historia y que ahora se nos presenta con un despliegue, una contundencia y una contemporaneidad deslumbrantes. Sumen a lo anterior los lazos directos de los responsables de la sala con los países en los que el artista desarrolló lo fundamental de su trabajo y una imprescindible labor investigadora y se tienen los ingredientes para una muestra memorable.Así es la que dedica La Caja Negra al artista alemán, residente un tiempo en España y muchos años más en México, Mathías Goeritz (Danzig, 1915-Ciudad de México, 1990), quien se distinguió a lo largo de su fecunda carrera por su implicación pedagógica, su capacidad impulsora de proyectos colectivos y su dedicación a la escultura pública y la arquitectura en equipo. Goeritz llegó a la España franquista poco después de la II Guerra Mundial y trabó amistad con otros artistas, críticos y escritores que iniciaban el lento camino de la reintegración de la cultura española a la actualidad internacional. Goeritz, junto con Ricardo Gullón, Ángel Ferrant, Joan Miró y otros, fundó la Escuela de Altamira, colectivo guiado por una combinación de abstracción geométrica y biomorfa, con apuntes de dadá y surrealismo que fue, junto con los grupos Pórtico de Zaragoza, o Dau al Set de Barcelona, pionera en las actividades artísticas de vanguardia en la postguerra española.
La exposición reúne, amén de los carteles que diseñó para sus jornadas, algunas de las pinturas de los últimos años cuarenta -que lo entroncan con Miró, Arp y Klee- y una colección de sus estampaciones serigráficas, un impresionante conjunto de maquetas de sus proyectos de arquitecturas o de sus investigaciones sobre la serpiente mexicana adaptables al espacio ciudadano. Es este despliegue lo más sorprendente y atractivo de la exposición, y, olvidada su vocación constructora, se convierte en una investigación escultórica de primer orden. Creo que sólo queda darles las más sentidas gracias.