Image: Los ochenta

Image: Los ochenta

Opinión

Los ochenta

Por Ignacio García May Ver todos los artículos de 'Portulanos'

19 abril, 2013 02:00

Ignacio García May


Bendita sea la crisis si uno de sus resultados es, como parece, el de haber levantado por fin la veda sobre un tema que hasta el momento estaba ausente de nuestro teatro: la historia reciente de nuestro país. No podemos sino celebrar la coincidencia en la programación del CDN de dos espectáculos que tienen como escenario la España de los años ochenta. Transición, escrita por Alfonso Plou y Julio Salvatierra y dirigida por Santiago Sánchez y Carlos Martín, narra la aventura ilusionante de la democratización española a través de los ojos de un anciano con alzhéimer que cree ser Adolfo Suárez y que, si no lo es, comparte sus recuerdos porque, al fin y al cabo, son los de toda una generación. El espectáculo es magistral: cómico, crítico, poético. No hay aquí hagiografía ni sentimentalismo, sino una emocionada reivindicación de un momento acaso imperfecto pero en el que el grito de guerra era "¡Todos juntos!" y no, como ahora, "¡Sálvese quien pueda!". La ceremonia de la confusión, de María Velasco, que dirigió Jesús Cracio, era un ajuste de cuentas con la herencia envenenada de la Movida madrileña; con la forma en que los revolucionarios de una década acabaron convertidos en los burgueses de la siguiente, generando así este clima esquizofrénico de hoy en el que quienes detentan el poder pretenden ser, al mismo tiempo, el contrapoder, colapsando así toda regeneración auténtica de nuestra sociedad. Pero al mismo tiempo el espectáculo constituía un hermoso y esperanzado llamamiento a la recuperación del espíritu libertario que estaba en el origen del periodo. Para esto se hizo el teatro: para que podamos mirarnos a nosotros mismos sin miedo. Bravo.