Un curso más
Gonzalo Torné
El escritor se despide de su sección semanal Inteligencia Ajena antes, como explica aquí, "de correr el peligro de aburrirles con repeticiones". Pero no de El Cultural, donde le seguiremos disfrutando y proponiendo nuevos retos.
Ciento ochenta entregas atrás (a ojo de buen cubero) me presentaba ante ustedes como alguien dispuesto a adentrarse en la red para pensar a tiempo real lo que iba viendo. No estaba preparado para actuar como ese especialista capaz de recitar una lección ampliamente meditada (aunque sea por persona interpuesta), cuyo prestigio descansa en la habilidad de minimizar cualquier elemento inesperado integrándolo en un contexto más amplio y previo, que se trae estructurado de casa. Mi punto de vista incorporaba la sorpresa, el estupor y las dubitaciones, cosas a las que nunca renuncia un novelista, que al fin y al cabo era mi oficio y lo sigue siendo.
Para titular aquel primerizo artículo me amparaba en una intuición inspirada de Félix de Azua, según la cual, lejos de estar viviendo el desenlace de un progreso que avanza desde muy atrás, somos "primitivos de una era", la nuestra, en la que todo está por descubrirse y de cuyo decurso no sabemos nada. Algunas cosas han cambiado desde entonces, pero la combinación de incipiencia e incertidumbre que señalaba Azúa aquí sigue y se ha llevado por delante muchas profecías que durante medio mes se daban por seguras. Creo que lo más relevante de estos tres años (y medio) ha sido la defección de los especialistas digitales y la creciente certidumbre de que, por citar a Luis Magrinyà: "Internet será lo que a nosotros nos dé la gana que sea". Nosotros: los usuarios, sus pobladores.
A título personal distinguiría tres etapas. Una primera en la que me desbordaba encontrar los dos temas semanales, me desbordaba dar con el tono y me desbordaba cuadrar los espacios (un arte complicadísimo para quien está acostumbrado a nadar en las amplias extensiones que proporciona la escritura de novelas); al lector no le extrañará que la llame en privado la "época del desborde" y que me recuerde siempre con la lengua fuera, apoyándome en lectores de urgencia (y aprovecho para renovar mi agradecimiento hacia el más recurrente: Pablo Muñoz, @Alvy_Singer). Una segunda etapa en la que me he sentido más a mis anchas y de la que como tantas cosas divertidas ha sido mejor vivirla en su momento de lo que sería ahora contarla. Y una tercera en la que muchas de las cosas que sucedían en la red ya las había tratado y en la que supongo que corría el peligro de aburrirles con repeticiones (y dejarme entontecerme por la facilidad), y digo "supongo" porque esa etapa empezaba justo ahora, de manera que es mejor dejarlo aquí.
Aquel primer artículo terminaba con una frase aislada: "Ojalá les sirva", y con mayor o menor acierto esta voluntad de servicio, de pensar en público fenómenos más o menos novedosos, ha presidido la sección. Es imposible haberles servido siempre, pero espero haberles servido alguna vez de apoyo o de sparring a sus propias ideas, acercarles algunas inteligencias con las que valía la pena familiarizarse y decidirse a mantenerse ajenos a otras. Y así termino, con el menos aprovechable de los artículos para el lector, una despedida, pero siempre que tiene cierta importancia para quien la escribe.
@gonzalotorne