¿Se debe suprimir el género en los premios de cine?
La iniciativa del Festival de San Sebastián, como la Berlinale, de suprimir el género en el apartado de interpretación ha sido recibida con polémica y escepticismo. Inés París y Pilar G. Almansa ponen en una balanza la realidad... y las buenas intenciones
12 julio, 2021 09:55Inés París
Directora de cine
Meryl Streep contra Ryan Goslyn
Los premios Óscar han decidido eliminar la diferencia entre premios a mejor actor y actriz así que este año Meryl y Ryan van a competir directamente. ¿Es esto cierto? No… lo que os voy a proponer es solo un ejercicio imaginativo. Meryl es una estrella del firmamento cinematográfico. Sin embargo, estos últimos años ha rodado mucho menos que Ryan ¿por qué? Es mujer y tiene más de 40 años.
Ser actriz, como explican los informes del Geena Davis Institute, significa que los personajes que te va a ofrecer no son protagonistas (solo un 17% de la producción anual). Cuando un personaje femenino es protagonista habla tres veces menos que un varón, así que no vas a tener tanto tiempo en pantalla como ellos. La edad es otro factor esencial para que Meryl reciba menos ofertas porque, aunque casi un 54% de la sociedad americana tiene más de cincuenta años, los personajes de esa edad solo son un 9% en la totalidad de películas. Y mujeres menos aún. (A todo esto, las películas protagonizadas por mujeres recaudan un 15 % más en taquilla, pero eso no lo valoran los productores, en fin). Consecuencia: Meryl, en esos premios que no diferencian actor o actriz, va a tener que competir con Ryan partiendo de personajes menos interesantes, con menos texto y menos planos. ¿Es justo?
Y ahora vamos a España: El Festival de Cine de San Sebastián ha eliminado la diferencia entre premios a mejor actor y actriz. Sí, en este caso es verdad. ¿Con qué argumento? Diciendo que contribuyen a acabar con el sexismo en el cine. ¿Es esto cierto? No, es una falacia y muy peligrosa. Decir que hombres y mujeres somos iguales quiere decir que lo debemos ser en términos de derechos y posibilidades y que hay que destruir las barreras legales, educativas o ideológicas que lo impiden.
Queremos un premio a la mejor interpretación femenina en San Sebastián, por lo menos hasta que vivamos en un mundo donde ser mujer no perjudique tu carrera profesional
Igualdad no quiere decir que hombres y mujeres seamos “idénticos” porque objetivamente no lo somos. Hay diferencias biológicas que son parte de la diversidad de nuestro mundo. Y hay desigualdades estructurales que no desaparecen porque no se nombren. En España las actrices trabajan menos, cobran menos y trabajan sin contrato en más ocasiones. Una de las formas más eficaces e importantes de luchar por la igualdad es lograr una televisión y un cine donde haya personajes femeninos protagonistas, de todas las edades y aspectos, que respondan a la realidad de las mujeres y a sus sueños.
Y para que esos personajes existan tiene que haber actrices con las mismas posibilidades que sus compañeros varones, que cobren tanto como ellos y que tengan prestigio (el que otorgan los premios). Actrices que serán modelos de referencias para futuras generaciones…
Señoras y señores, el mundo no va a ser más justo porque decidamos no nombrar a las mujeres sino porque se las empodere. Queremos un premio a la mejor interpretación femenina en San Sebastián, por lo menos hasta que vivamos en un mundo donde ser mujer no perjudique tu carrera profesional.
Pilar G. Almansa
Actriz y dramaturga
Que todos los errores sean así
La revolución también va de equivocarse. Eso es lo que ha ocurrido en el Festival de San Sebastián. Eliminar las categorías de mejor actor y mejor actriz para fusionarlas en una de mejor interpretación forma parte de esas medidas llenas de buenas intenciones, pero que en este momento de la lucha por la igualdad posiblemente sea un error.
La experiencia nos demuestra hasta la fecha que en los premios en los que no se distingue el espacio de las mujeres del de los hombres suelen acabar copados por los segundos. Eliminar una oportunidad formalizada de visibilidad para las mujeres hace que la responsabilidad de aplicar la perspectiva de género recaiga en las personas que toman decisiones, esto es, en la voluntad individual, no en el sistema, justo el problema contra el que las feministas llevamos luchando años.
A estas reflexiones se le suma otra, de carácter sectorial: los premios son un mecanismo de reconocimiento, pero también de proyección profesional. Ser visible en el mundo del espectáculo es la única garantía para poder seguir trabajando. Si el resto de festivales y premios siguieran este ejemplo, reduciríamos al 50% las posibilidades de todos los actores de mejorar su posicionamiento profesional. Si extender la fusión de ambas categorías no beneficia al conjunto del sector, quizá no sea tan buena idea.
Por otro lado, el festival ha tomado una decisión utópica, que intenta reconocer una realidad que aún no existe: la igualdad real. A eso se le suma el propósito de no excluir de los premios la miríada de identidades sexuales que empiezan a ser reconocidas y visibles en el conjunto de la sociedad. Desde ese punto de vista, el festival estaría dando un paso de gigante en el camino hacia la plena igualdad.
Hay que reconocer la valentía de los responsables del festival al adoptar esta medida. Hay que leerla como lo que es, un compromiso serio desde una organización relevante con la igualdad
Desde el mismo lugar bondadoso desde el que se ha tomado esta decisión deberían pensarse otras fórmulas que, manteniendo el espíritu, en lugar de cerrar posibilidades las abran: premios a la mejor interpretación de drama, comedia, terror, musical… Premios al mejor reparto. Premios al mejor monólogo. Premios a la mejor interpretación en un segundo idioma. Premios que se sumen a las ya existentes categorías de mejor interpretación protagonista y mejor interpretación secundaria, y que quizá se ajusten más a la realidad del trabajo actoral. De momento, lo más sensato sería rectificar y devolver las categorías de mejor actriz y actor al palmarés, mientras se buscan mecanismos para garantizar la igualdad en los premios, independientemente de la voluntad de sus organizadores.
Creo que hay que reconocer y aplaudir la valentía de los responsables del festival al adoptar esta medida. Hay que leerla como lo que es, un compromiso serio desde una organización relevante con la igualdad. Pero es un error… y no pasa nada: no hay manual de instrucciones sobre cómo construir un mundo más justo. Mejor equivocarse por acción que por inacción, ¡que todos los errores sean así, por favor! Ahora es el momento de rectificar y pensar de nuevo en cómo hacerlo mejor. Así se hace la revolución.