¿Vuelta a la normalidad? (2, Teatro y Cine)
La incertidumbre sobrevuela la vuelta del público a las salas y no está claro el papel que jugarán las plataformas de 'streaming'. Algunas voces se atreven a anticipar que habrá que esperar una temporada más...
Adolfo Blanco Lucas
Productor, distribuidor y exhibidor (A Contracorriente Films)
¡Que vuelva el cine a los medios!
El gran desafío que la industria del cine ha de afrontar es la recuperación de un público adulto que algunos dicen que se ha quedado en casa. Desde la profesión parecemos conformarnos con la explicación de que el público más mayor, el más vulnerable por la amenaza del virus, habiendo descubierto el confort del consumo casero en plataformas, prefiere “no arriesgarse”, no comprometer su salud y no volver a las salas de cine.
Algo de esto puede haber, pero me temo que hay razones más poderosas, como la cada vez mayor escasez de información cinematográfica en los medios de comunicación. Es un hecho que demuestran los números que la gente de más edad ha vencido el miedo y con mayor o menor cautela ha recuperado gran parte de la vida de antes. ¿Quién no ha sufrido este verano para encontrar mesa en restaurantes en determinadas fechas?
Las personas mayores, y no hablo de ancianos, los que tenemos hijos o nietos, quizás no somos los más tecnológicos, somos más pasivos en el consumo de información. No siempre la buscamos, preferimos procesar lo que nos sirven en bandeja, incluso compramos periódicos…
En las redacciones se ha quitado espacio a las películas más sofisticadas. Sigamos picando piedra, anunciándonos en los medios y ofreciéndoles contenido bonito. Antes o después el cine volverá a su agenda
Si la prensa escrita, los telediarios no dan importancia al cine, si sólo se fijan en las historias de superhéroes, el cine de Hollywood más dirigido a un target juvenil, o en las (maravillosamente promocionadas) películas de Santiago Segura, ¿cómo vamos a lograr que los espectadores más maduros recuperen la necesidad de ir a las salas?
Sencillamente, ni se les pasa por la cabeza. Hemos visto que películas estupendas como Alcarràs o Cinco lobitos, ambas atractivas para espectadores mayores, han tenido un buen rendimiento en taquilla. Y es que, aupadas por sus importantes premios en festivales de prestigio, gozaron de gran eco en los medios de comunicación y, como además son extraordinarias películas, ahí tenemos los resultados.
Pero lamentablemente no siempre se puede ganar en Berlín y sólo es una la película que vence en el Festival de Málaga (y a veces quienes ganan en Berlín o Málaga son películas que dan la espalda al público, filmes medio experimentales que jurados caprichosos, por no decir irresponsables, deciden encumbrar malgastando una carta tan importante para la creación de aficionados).
Así es que los distribuidores hemos de recuperar la costumbre de invertir en las visitas de nuestras estrellas extranjeras para poco a poco lograr que los medios se vuelvan a fijar en el cine más independiente, que es el que hace cinéfilos, y poder recuperar el terreno perdido.
Hubo un tiempo en que cada semana teníamos dos o tres visitas ilustres, ahora nos lo pensamos dos veces porque muchos medios no consideran noticia la presencia en nuestro país de un cineasta internacional. En las redacciones se ha quitado espacio a las películas más sofisticadas.
Sigamos picando piedra, anunciándonos en los medios y ofreciéndoles contenido bonito, entrevistas con gente tan interesante como son los profesionales del cine, seguros de que, antes o después, el Séptimo Arte volverá a su agenda y el público mayor a las salas.
Jesús Cimarro
Productor y director del Festival de Mérida
Veremos
No podemos esperar una normalidad prepandémica para esta temporada. Parecía que esta iba a ir llegando a lo largo de 2022 pero la guerra y la consecuente inflación han lastrado la recuperación. El gran reto es que vuelva el público perdido. No hemos llegado a los niveles de antes. Ni en Madrid, ni en Barcelona, ni en el resto de provincias. Los porcentajes del impacto son similares tanto en estos dos focos principales de la actividad escénica como en Bilbao, La Coruña…
Todo el sector está trabajando muy duro para conseguir este objetivo. Haciendo de nuestros teatros unos espacios que transmitan seguridad en lo sanitario, resulten cómodos y agradables, y tengan sobre sus escenarios propuestas artísticas atractivas y de calidad.
De hecho, yo creo que vamos a vivir una buena temporada. Hay muchos montajes de interés programados, en todos los terrenos. Desde las pequeñas salas a los grandes musicales, en el ámbito público y en el privado (no hago distingos). Pinta bastante bien.
Pero no dejo de ser cauto. Uno tiene ya sus tablas. Yo ya he producido doscientos espectáculos y siempre digo antes de que suban el telón: “Veremos”. Te llevas muchas sorpresas todavía. Hay montajes que piensas que van a funcionar de maravilla y se estrellan. Y lo contrario también es muy común: crees que no van a llegar al gran público y luego éste responde en masa. Es imposible acertar. Lo que va a dar de sí una cartelera es una incógnita siempre; ahí está su gracia, por otra parte.
Mi previsión es que la temporada realmente normal será la de 2023-24. No va a ser fácil lograrlo. pero si las noticias empiezan a ser un poco más positivas, el ahorro debería fluir con más alegría
Los gustos del público son muy cambiantes. Hay modas y corrientes que desaparecen, germinan o resucitan. Es un proceso en constante mutación. Por eso es muy difícil hacer vaticinios. Mi vibración personal es positiva pero… El problema más grave es la profecía de un otoño negro. Me deja perplejo que afirmen que va a ser de ese color con tanta seguridad, como si fuese una materia científica. Se está diciendo tan machaconamente que al final la gente se asusta. ¿Así quién va a abrir la cartera para comprar unas entradas?
No se tienen en cuenta los datos positivos. Como por ejemplo que el ahorro de las familias es grande, superior a cuando llegó la Covid. Claro que hay mucha gente que no llega a fin de mes. Pero también hay más de veinte millones de españoles con economías más desahogadas. Eso se obvia. Si solo damos las malas noticias, lastramos el consumo. Es contraproducente para las artes escénicas y para toda la sociedad.
Yo espero que las medidas que se están tomando para controlar la inflación surtan efecto. La guerra, muy a mi pesar –quede claro–, se está cronificando. Y confío en que seamos capaces de revertir los hábitos consolidados en la pandemia.
Mi previsión es que la temporada realmente normal será la 2023-24. No va a ser fácil. Pero se están dando pasos adecuados para lograrlo. Si las noticias empiezan a ser un poco más positivas, ese ahorro debería fluir con más alegría. No hay que engañar pero tampoco crear pánico.
Lo dicho: “Veremos”.