Sergio del Molino y Abilio Estévez. Fotos: Patricia Garcinuño/Iván Giménez

Sergio del Molino y Abilio Estévez. Fotos: Patricia Garcinuño/Iván Giménez

Jardines colgantes

¿Se debe hacer política con la literatura?

La política siempre irrumpe como un pistoletazo en el concierto. Lo que no se puede es hacer populismo y halagar a los zoquetes. Y es que sin una tribu la vida es tremendamente áspera. Conmovedor.

27 marzo, 2023 01:17

Contra la literatura como política, titula Sergio del Molino su artículo en Ethic. “En una democracia con libertad de expresión donde cualquiera es libre de militar y de alentar movimientos políticos –sostiene el autor de La España vacía–, decir que se hace política desde la literatura me parece, simplemente, una forma de escurrir el bulto”. Y lo argumenta. “El escritor que hace política con su literatura se ahorra el trago de hacer política con la política. Con decir que su literatura transforma la realidad, se evita el esfuerzo de intentar transformarla mediante la acción colectiva y cívica de los partidos y las organizaciones activistas”.

Del Molino entiende, eso sí, que “la literatura puede ser una forma de hacer política cuando no se puede hacer política”. Así, “bajo una dictadura, por ejemplo, cuando no hay mecanismos de representación y cualquier actividad pública sirve para denunciar la ausencia de debate”.

El cubano afincado en España Abilio Estévez explica a Ariana Basciani (Coolt) el caso de su país. “En Cuba la política siempre irrumpe como un pistoletazo en el concierto, que decía Stendhal. Hemos vivido en un país donde la política ha estado en todo, hasta en lo más íntimo y cotidiano (...) No hay forma de escapatoria, porque ni el silencio es apolítico: si hablabas porque hablabas, si no hablabas porque no hablabas. No podías quedarte al margen”. El novelista se queja de que con frecuencia, “ni siquiera te preguntan por tus libros (...), es como si por el solo hecho de ser cubano uno fuera politólogo”.

Sergio del Molino: “El escritor que hace política con su literatura se ahorra el trago de hacer política con la política”

La palabra “solo” lleva tiempo centrando el debate cultural. ¿Qué hay detrás de la polémica ortográfica? Tres columnistas de ABC ofrecen su interpretación. Para Juan Manuel de Prada, “en la supresión de la tilde al adverbio sólo se esconde un intento populista de halagar a los zoquetes que no saben distinguirlo del adjetivo”. Para Ignacio Camacho, “quizá la tilde haya sido una excusa” y “el debate de fondo es contra la renuncia a la pulcritud en la escritura”.

Pedro G. Cuartango va más allá y considera que “si se modifica la grafía de las palabras por razones de economía o de uso, lo que se producirá de forma inevitable es un empobrecimiento del lenguaje (...) Lo inútil es un aspecto esencial de nuestra cultura y de nuestra forma de pensar”.

Abilio Estévez: “Ni siquiera te preguntan por tus libros, es como si por ser cubano uno fuera politólogo”

Más tiempo llevan nuestros creadores reflexionando sobre la familia. Elvira Navarro confiesa a Emma Rodríguez (Lecturas Sumergidas) que mira “con mucha piedad y amor a la familia”. La novelista cree que “el problema no son las familias, porque sin familia, es decir, sin vínculos fuertes, la vida es tremendamente áspera” Aclara, eso sí, que no se refiere “a la tradicional, sino a cualquier modelo, sea el que sea”. Y concluye que “todos tenemos una pequeña tribu, un grupo social del que no nos gusta salirnos, porque hace mucho frío a la intemperie”.

También se pronuncia al respecto Álvaro Pombo. “No digo que la familia lo sea todo, pero socialmente no nos podemos cargar una estructura mental e instintiva tan determinante. El daño sería tremendo –asegura a Gonzalo Cachero (Ethic)–. La familia otorga un orden emocional de partida, por deficiente que sea. El desorden es mucho peor: es una verdadera jodienda”.

A propósito de lo emocional, Viola Ardone cree que “la novela apela a las emociones, y ese es un escenario que puede ser mucho más útil (...) que si nos limitamos a abordar determinadas cuestiones únicamente de un modo racional”. La escritora italiana explica a Jaime Iglesias (Zenda) que pretende conmover al lector. “Etimológicamente conmover significa lograr poner en movimiento a alguien. En este sentido, el conmover estaría relacionado con el hecho de seducir y yo soy de la opinión de que una buena novela debe seducir al lector”.

P.S. Sobre arte e industria reflexiona Mayte Martín. “Hay un respeto hacia el arte que no está reñido con la evolución, y que tiene que ver con no mancillar lo que tenemos –cuenta la cantaora a Alejandro Duque (elDiario.es)– (...) La industria querrá siempre ganar dinero y puede que no le importen estas cosas, pero si nosotros tenemos clara nuestra prioridad, tenemos que mantenernos firmes y no dejarnos manipular. Es la industria la que tendría que estar al servicio del arte, como siempre estuvo. Pero ahora es al revés”.

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