Delphine de Vigan y John Banville

Delphine de Vigan y John Banville

Jardines colgantes

¿Son los 'tiktokers' los intelectuales del momento?

¿Cuál es la responsabilidad del arte? La ficción nos permite ampliar el conocimiento del pasado. Estamos en una época de un cinismo rampante pero hay belleza en casi todo y mil formas de ser escritor

17 abril, 2023 02:01

“El arte no tiene ninguna responsabilidad para con nada”. Son palabras de John Banville entrevistado por Pelayo de las Heras (Ethic). “Velázquez pintó Las Meninas no para hacer del mundo un lugar mejor, curar el cáncer, que los niños estudiasen mejor –asegura el Premio Princesa de Asturias–. Lo pintó para crear un nuevo objeto que tuviera lugar en el mundo. El arte no tiene ninguna responsabilidad en relación a la política, los códigos morales o cualquier otra cosa”.

“Solo me importa crear arte –explica el escritor–. Y eso es lo que hace valiosa la literatura: que no me importa nada más. Un artista debe ser honesto y no pretender que la está escribiendo por la sociedad, por su propio compromiso. Eso es basura. Esto si son artistas de verdad, claro”.

Tal vez tenga razón Delphine de Vigan cuando le dice a Inés Martín Rodrigo (Abril) que “hay mil formas de ser escritor”. “Algunos pueden querer posicionarse como moralistas, les puede apetecer –sostiene la autora de Los reyes de la casa–. Pero yo busco explorar un tema, entenderlo más que juzgarlo. A mí lo que más me interesa es la complejidad de los personajes, su opacidad, sus contradicciones, sus paradojas. Me interesa más que dar mi propia opinión sobre un tema o juzgar algo”.

John Banville: “El arte no tiene ninguna responsabilidad en relación a la política, códigos morales o cualquier otra cosa”

Edurne Portela es de las que piensa que, incluso “cuando miramos al pasado desplegamos una mirada política e ideológica”. “La ficción es una forma más de acercarnos –aclara a Javier López Iglesias (hoyesarte.com)–, aunque es evidente que nunca puede suplantar a la historia como disciplina. Pero creo que la ficción nos permite ampliar nuestro conocimiento de ese pasado”.

De lo que se habla mucho es de la necesidad de empatía. Valerie Miles considera que “la empatía es algo que se tiene que aprender y ejercitar, como un músculo, porque es mucho más fácil juzgar y rechazar las diferencias. La editora y cofundadora de Granta en español sostiene ante Valeria Tentoni (Eterna Cadencia) que “la literatura crea nuestra manera de pensar, de pensar el mundo y de comunicarlo, de identificarnos en el mundo”. Y concluye pesimista: “Estamos en una época de un cinismo rampante”.

En cambio, hay quien cree que “demasiada empatía puede ser una cosa mala”. Así se lo transmite Wolfram Eilenberger a Paula Corroto (El Confidencial). “Solemos pensar que si me pongo en el lugar del otro voy a poder tener un buen diálogo, pero eso es una equivocación porque si me pongo en el lugar del otro lo que no va a haber es un diálogo, ya que se asume que los dos somos idénticos –afirma el filósofo alemán–. La idea de que entiendo al otro, cuido de él y me pongo en su lugar es una catástrofe para un diálogo verdadero. Por tanto, creo que la empatía es buena, pero la distancia, la diferencia y el conocimiento de las diferencias ontológicas son muy importantes”.

Llevamos décadas hablando de la decadencia de los intelectuales. Ricardo Dudda (Ethic) pregunta a David Jiménez Torres por su situación presente. “Quizá en treinta años diremos que efectivamente desapareció la figura del intelectual por completo y fue sustituido por los tiktokers –vaticina el autor de La palabra ambigua– . O quizá reconozcamos que en esos tiktokers estaban los intelectuales del momento”.

Delphine de Vigan: “Algunos escritores pueden querer posicionarse como moralistas. Yo busco explorar un tema más que juzgarlo”

Jorge Carrión ha estudiado la relación entre escritura e Inteligencia Artificial. De momento se muestra tranquilizador. “En el campo del periodismo cultural, de la crítica –explica el ensayista a Ingrid Sarchman (Clarín)–, la máquina todavía no puede establecer comparaciones, crear un discurso crítico que ponga en relación una constelación de objetos culturales. La prescripción es el gran tema. En eso seguimos siendo mejores los humanos. Los libreros, los bibliotecarios, las profesoras, los críticos culturales, seguimos siendo mejores que los algoritmos. Al menos para la prescripción no mainstream”.

P.S. Carlos Marzal tiene muy clara la labor del poeta. “Poner una lupa de aumento sobre lo minúsculo, ensalzar lo que parece que no tiene gloria, lo que parece que no tiene belleza, lo que parece que sea insignificante –detalla el poeta valenciano a Álvaro Devís (Culturaplaza)–. Me parece que los escritores en general deben decantar aquello que no es evidente. Si observamos bien el mundo, hay belleza y hay asombro en casi todo: desde una botella de cristal hasta un pájaro; desde cualquier máquina (...) hasta un aeropuerto”.

Selena Millares

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