El teatro, ¿instrumento de propaganda?
La función del bufón está en horas bajas. Afrontamos una sociedad enormemente caótica en lo afectivo y en lo político.
El dramaturgo y director Ernesto Caballero denuncia un pensamiento dominante que está invadiendo el teatro español. “El escenario, que debería ser un espacio para la exploración libre de ideas, se está transformando cada vez más en una plataforma para la difusión de propaganda ideológica –declara el ex director del Centro Dramático Nacional ante Roberto Herrero (Diario Vasco)–. Expresar dudas o críticas hacia los discursos oficiales es visto como un ataque a los principios de progreso, igualdad y justicia social, lo cual puede llevar a ser marginado, o incluso ‘cancelado’ dentro de la comunidad teatral”.
Caballero resume su denuncia lamentando que “la función del bufón está en horas bajas”. Por su parte, Juan Echanove, que acaba de estrenar en Madrid como director, reconoce que “los tiempos son muy oscuros”. Pero matiza, entrevistado por Marta García Miranda (El Periódico de España). “Si hay algo que da vida al teatro por encima de otras artes es que afronta con una enorme valentía y sinceridad la sociedad que ha de interpretar. Yo veo una sociedad enormemente caótica a mi alrededor, cada día más, en lo humano, en lo geográfico, en lo geopolítico, en lo político, pero sobre todo en lo afectivo”.
No sé si Karra Elejalde estaría de acuerdo. El actor pregunta a su entrevistador, Iñako Díaz-Guerra (El Mundo), si sabe “cuál es la mentira que más repiten los actores”. Se responde él mismo. “Que su trabajo es una búsqueda de la verdad. ¡Qué va! Nosotros sabemos que no es verdad y el espectador también lo sabe. [...] Lo que en definitiva somos los actores es unos grandes mentirosos, los mejores del mundo, pero no hay verdad en la actuación. Es justo lo contrario: es la búsqueda de la mentira perfecta”. En el mundo literario, también preocupa qué es mentira y qué no. Richard Ford es categórico al respecto: “No, no, la ficción no es mentira”.
“Una mentira es algo que tú dices para engañar y yo no intento engañar a nadie, yo intento exponerte a alguien que invento y que puede ser útil para ti –aclara el autor de la reciente Sé mía a Paula Corroto (El Confidencial)–. Y te redime. Una mentira no redime. La ficción redime nuestra fe en el lenguaje, la noción de tener un diálogo con una ficción que nos puede ser útil y enseñar cosas, redime porque el libro apunta al mundo y dice el mundo es interesante, presta atención”.
De las virtudes de la ficción también habla Clara Usón, que acaba de publicar la novela Las fieras sobre la etarra Idoia López Riaño. “Lo que puede hacer la ficción, y no puede hacer la historia, es mostrar todas las posibles versiones –declara la autora a Anna Maria Iglesia (Letra Global)–. Como escritora, no me interesa dictar sentencias, juzgar o explicar cómo fueron las cosas; lo que a mí me interesa es crear inquietudes y mostrar distintas perspectivas. Busco que el lector se ponga en la piel de personajes que han hecho cosas horribles”.
Menos mal que “la cultura salva”. Al menos, esa es la opinión de Javier Rioyo, ¿De qué salva?, pregunta Jesús Fernández Úbeda (Zenda) al periodista, guionista y director de documentales. “Salva de muchas cosas –explica–. Salva de algo muy obvio, que es la ignorancia. La cultura nunca se da por terminada. Hay personas cultísimas, conozco a algunas, y todas quieren saber más. La cultura nos salva del prejuicio, de estar más limitados, de ser más autoritarios”. Pero, cuidado, “la cultura puede ser un arma arrojadiza muy jodida. Hay gente muy culta que la ha utilizado mal. Mucha gente culta secuestró el relato, lo utilizó y lo manipuló [...]. El ser culto no te exime de ser un hijo de puta”.
P.S. Miguel Munárriz ha dedicado toda su vida a los libros desde diferentes frentes. Acaba de publicar sus memorias literarias Empeñados en ser felices y siente nostalgia de los buenos viejos tiempos de las últimas décadas del siglo pasado. “Ahora me cuesta saber qué autores van a pasar a la posteridad, que es tan esquiva –confiesa a Sergio C. Fanjul (El País)–. Entonces trataba con escritores consagrados, que ya estaban en los libros de texto, ahora no siento que haya un relevo generacional”.