Primera palabra

Un ministro en el Real

23 mayo, 1999 02:00

La historia comenzó hace varios años, pero a nuestros efectos la empezaremos en 1994, cuando Carmen Alborch, entonces ministra de Cultura, invitó a las demás administraciones madrileñas a sumarse al proyecto. La Comunidad de Madrid aceptó la invitación desde el primer momento, mientras que el Ayuntamiento de álvarez del Manzano y Esperanza Aguirre, que se sumó a él inicialmente, el 20 de enero de 1995 decidió dar marcha atrás. El 14 de diciembre de 1995 se constituyó la Fundación Teatro Lírico, que desde entonces había de dirigir los destinos del teatro, con la participación del Ministerio de Cultura en aproximadamente un 75 por ciento y de la Comunidad de Madrid en un 25 por ciento. Las administraciones fundadoras tenían como filosofía que el Teatro Real fuera una institución clave en la cultura madrileña y española que iba a requerir la colaboración financiera de las tres administraciones. En sólo tres años, la Fundación se ha hecho cargo de un edificio en obras, ha invertido en él más de mil millones, ha inaugurado en la fecha prevista y ha conducido dos temporadas sin incidente alguno.
El 8 de mayo de 1997 el Ministerio de Cultura, comandado ya por el mismo partido que la Comunidad de Madrid y con Esperanza Aguirre como ministra y Miguel ángel Cortés como secretario de Estado, publicó en el B.O.E. la cesión temporal del edificio del Teatro Real. Se fijaron dos años con posibilidad de prórrogas anuales a petición de la Fundación con seis meses de antelación. Aquel hecho resultó sorprendente para muchos, ya que hasta entonces siempre se había contemplado una cesión de carácter indefinido. La decisión colocaba a la Fundación ante una difícil situación puesto que las temporadas han de programarse con mucha antelación y resultaba legalmente más que dudoso adquirir compromisos a un plazo superior al que la Fundación tenía cedido el teatro.
En los medios musicales especializados siempre se consideró que se trataba de una medida desafortunada que sería subsanada antes del vencimiento establecido. Sin embargo, encontramos ahora que el pasado día 8 de mayo aparecía en el B.O.E. una nueva orden ministerial redactada en términos un tanto extraños. En ella, con pésima redacción, se dice textualmente: "Próximo a cumplirse el plazo de dos años establecido y solicitado en plazo, asimismo, la citada prórroga se ha considerado la conveniencia de ampliar su duración, únicamente, hasta el 31 de diciembre de 1999, sin alcanzar los períodos anuales hasta ahora previstos en la perspectiva de que la fundación cumpla durante ese período los fines que estatutariamente tiene encomendados". En otras palabras, si sois buenos seguiréis y si sois malos no. Así que el Ministerio de Cultura cede un edificio de más de cincuenta mil millones en plazos de seis meses. Caso único. Se lo cede a una Fundación que también ha invertido dinero en él. Y lo cede por un período de seis meses de forma que, supuestamente, lo recupera a mitad de la temporada lírica. Todo un absurdo. Es como si en el Ministerio no hubiese gente que supiese cómo funciona un teatro de ópera, cuando consta que en él hay hasta personas que han dirigido -y muy bien, por cierto- teatros de esta índole. Fallida esta hipótesis sólo cabe pensar en una especie de animosidad hacia la Fundación por parte del Ministerio. únicamente así se entendería tal traba.
Pero el absurdo alcanza el esperpento cuando uno comprueba que el presidente de dicha Fundación es el mismo ministro que firma la orden anterior y que en ella se sientan como patronos el secretario de Estado de Cultura, la subsecretaria del Ministerio, el director y subdirector general del INAEM, un asesor personal del ministro… Y además son los responsables, con su mayoría del setenta y cinco por ciento, de que se cumplan esos mismos fines estatutarios citados en el BOE. ¿Qué pretende el ministro limitando la cesión del inmueble a una entidad y condicionando su prórroga a que ésta cumpla unos determinados fines cuando es él mismo el responsable de que los cumpla o no? Pero no queda aquí la cosa. Rajoy, como ministro, prorroga sólo hasta el 31 de diciembre. Rajoy, como presidente de la Fundación, aprueba y adquiere compromisos a plazo superior. Por ejemplo, un compromiso de patrocinio a tres años con el Ayuntamiento de Madrid, la programación íntegra de las dos próximas temporadas o un contrato por tres años con la Sinfónica de Madrid. ¿Hay alguien capaz de entender tal sinsentido? ¿Qué podría hacer la Fundación con orquesta y sin teatro? ¿Qué podría hacer el Ministerio con un teatro de ópera? ¿Quizá gestionarlo él solo y correr con los gastos de liquidación de la Fundación y sus compromisos?
Y yo me pregunto: si no se sabe si esa Fundación podrá seguir gestionando el Real después del citado fin de año, ¿cómo va a poder sacar a la venta el mes próximo los abonos del año que viene?, ¿cómo va a poder firmar los contratos artísticos para las temporadas sucesivas? Más bien parecería una flagrante ilegalidad y un engaño. ¿Está dispuesto el ministro a ello? ¿Se podría interrumpir en diciembre una temporada anunciada y vendida hasta el verano del 2000? ¿Piensa acaso el ministro estrenar el "Don Quijote" de Halffter al aire libre, bajo carpas en la plaza de Oriente?
Aunque quizá todo este asunto sea temor a la ya próxima sentencia del Tribunal Constitucional sobre la institución que debe asumir el protectorado de la Fundación en cuestión. Esto, en su caso, sería objeto de otro análisis.