Image: Arquitecturas del siglo XXI

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Primera palabra

Arquitecturas del siglo XXI

por Gabriel Ruiz Cabrero

2 enero, 2002 01:00

Gabriel Ruiz Cabrero, por Gusi Bejer

¡Año nuevo vida nueva!, decimos. Porque parece que todas las fechas señaladas por alguna causa particular, pueden convertirse en la ocasión para un cambio necesario, deseado o no, simplemente un cambio de panorama que traiga otro paisaje inédito que aún no se ha hecho aburrido.

Entonces, con cambio de siglo, ¿qué?

La arquitectura es una de las actividades que más fuertemente determinan el paisaje en campos y ciudades. La arquitectura está fuertemente ligada al tiempo en que se produce. Gótico, barroco o griego, dieron la imagen de su época.

Por eso nos preguntamos: ¿Cómo será físicamente la ciudad del siglo XXI? Y miramos a los más jóvenes pensando:
–Ellos ya han empezado a construirla.

Y es verdad siempre que hagamos una corrección, pues igual que hay ricos de espíritu, los jóvenes de espíritu pueden tener cualquier edad (de hecho los auténticos jóvenes,
independientes, atrevidos y revolucionarios, normalmente tienen muchos años). Pero mirar a los jóvenes de edad tiene otro interés muy grande: ver en qué aciertan y, sobre todo, ver en qué se equivocan. Ver por dónde creen ellos que va la cosa, ellos que tienen vista y oído nuevos.

Siguen en estas páginas de EL CULTURAL obras de diez arquitectos jóvenes. Podrían haber tomado su lugar otra decena, y otra distinta, pero, son todos los que están, y su trabajo es muy representativo de su generación y sirve para decir cómo son.

Los arquitectos jóvenes son muy modernos de dos maneras: lo son porque los mayores a los que admiran y los libros que leen son los del movimiento moderno, aquél modo o estilo de hacer arquitectura que arrancó a principios del siglo pasado. No todo les gusta de aquellos años, no se apuntan al expresionismo, ni resultan proclives a formas orgánicas; al contrario, se interesan por geometrías rigurosas y por las cajas muy sencillas, labradas en su interior, o los conjuntos o maclas de cajas. Van, pues, por utilizar términos modernos, de un sencillo estructuralismo a un suave informalismo (cuando las formas se dibujan de un modo en apariencia natural y sencillo, pero que es muy laborado.)

Son también modernos –ahora en un sentido muy distinto, el de cumplir con la actualidad– porque han abrazado, con tanto entusiasmo como éxito, las técnicas de producción del momento. Dibujan por medio de ordenadores, envían sus proyectos por teléfono a los lugares más remotos y saben de cuestiones como sinergias y flujos, de las que los mayores no sabían nada (aunque ya también saben ¡faltaría más!).

Son también, consecuencia en parte de lo anterior, muy internacionales. Ganan concursos en Shanghai, Oporto, Graz o Yokohama igual que en Baracaldo o en Cadalso de los Vidrios. Si hubiera que hacer una clasificación, no los agruparíamos por países, japoneses, españoles o italianos, sino por estilos: brutalistas o minimalistas o… En resumen, por cómo usan las cajas.

Los grandes temas de su interés, el gran encargo que ambicionan no es una catedral. Se interesan por las grandes superficies, las autopistas o las instalaciones de reciclaje de basuras (de los aquí recogidos hay quienes dicen que quieren hacer algo que se vea desde la luna. No diré quiénes son para que ustedes lo adivinen). Quieren hacer aeropuertos y, por supuesto, también catedrales. Son internacionales y muy ambiciosos. Como debe ser.

Y están muy seguros, porque han encontrado abiertos esos caminos por las generaciones anteriores y los están aprovechando. Es sabido que la arquitectura española tuvo un gran éxito internacional en todas las revistas internacionales especializadas desde el 92, con Barcelona y Sevilla. Y sigue siendo así porque la industria de la arquitectura, como la del cine, puede en España ser autóctona, no depender de importaciones técnicas o científicas.

Pero lo mejor es que la independencia cultural que esto supone queda a disposición de cualquier joven arquitecto, no sólo de aquéllos que viven en Madrid o Barcelona, como ocurría antes. Hoy la construcción de primera línea está tanto en Alicante como en Granada o en Tenerife.

Y, ¿cómo consiguen sus obras estos jóvenes? Haciendo concursos. Hay ahora muchos concursos, de tipos muy diversos, con buenas bases y jurados, o no, con o sin truco. Habrá que mejorarlos. Pero de estos concursos salen estos arquitectos y ya es un gran beneficio. Para ganar uno, tienen que hacer doce, es decir, como en los momentos buenos de la arquitectura.

¡Ah! Y la mayoría de estos arquitectos son profesores y todos son capaces de escribir, incluso de hacer intensas revistas y publicaciones que es conveniente leer (Exit, Fisuras, Circo, Pez Privée…) Parece un futuro prometedor. Las expectativas son altas. ¿Serán estos jóvenes capaces de cumplirlas?
Que ustedes y yo lo veamos.;ana.