Image: El Evangelio de Venus

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Primera palabra

El Evangelio de Venus

15 febrero, 2013 01:00

Luis María Anson

Esteban VI, Sumo Pontífice de la Iglesia de Roma, vicario de Cristo en la Tierra, pastor de la Cristiandad, ordenó que desenterraran a su antecesor Formoso para juzgarle de cuerpo presente. Se plegó así al deseo de la emperatriz del Sacro Imperio y reina de Italia, Ageltrude de Spoleto. Los servidores del Vaticano extrajeron del sarcófago el cadáver de Formoso, le revistieron de pontifical, incluso con la capa pluvial bordada en oro que le había regalado Arnolfo de Carinzia, y le condujeron sentado en un trono púrpura hasta la basílica constantiniana. Allí le instalaron frente al Papa Esteban. Luego fue sometido a juicio en el llamado "Sínodo del cadáver". Era el 18 de febrero del año 897 y Roma ardía de expectación. El Papa muerto nueve meses antes tuvo abogado defensor, un joven y pálido diácono, y dos acusadores: Dosio, cardenal de Santa Práxedes y el canonista Otilio de Valmontone.

El cadáver de Formoso, medio podrido y con los ojos vaciados en cuencas de mirada atroz, asistió a aquel juicio histórico. "Tú, usurpador, -clamó la acusación- has entregado a las vírgenes a la violación y a las viudas a fornicaciones forzadas". La relación de los latrocinios, prevaricaciones, lascivias y abusos relatados presagiaban la sentencia. Esteban VI condenó a su antecesor por usurpación del trono pontificio, declaró nulo su papado, maldijo su nombre y reprobó su memoria. Ordenó además que le despojaran de las vestiduras de pontifical y que le cortaran los tres dedos con los que impartía las bendiciones papales. Su cadáver fue entregado al populacho, entonces o bajo el pontificado de Sergio III, sometido a truculentas vejaciones y arrojado al Tíber. Liutprando de Cremona, escritor especialmente ácido, elogia, sin embargo, a Formoso por su "piedad y su ciencia de las cosas divinas". El pueblo romano, por cierto, asaltó meses después el palacio laterano y encarceló a Esteban VI, que fue estrangulado el 14 de agosto de ese año 897. Mi inolvidado amigo Indro Montanelli radiografió aquella época tenebrosa en La Italia de los siglos oscuros.

Entre la rigurosa investigación histórica y la inteligente ficción, Alfonso S. Palomares ha escrito una de las mejores novelas que he leído en los últimos años: El Evangelio de Venus. Escocerá a algunos mi afirmación pero es lo que pienso. Se adentra el autor en la Edad Media italiana, entre los años 891 y 932. Quince Papas reinaron sobre la Cristiandad durante aquellas cuatro décadas tormentosas, zarandeadas por el erotismo de tres mujeres singulares: la emperatriz Ageltrude, Teodora de Túsculo y, sobre todo, su hija Marozia. Si las tres sedujeron a nobles y Pontífices, Marozia fue la más ávida y sensual. Disfrutó de los placeres de la carne con el Papa Sergio para concluir sus días en el monasterio Corsarum, bajo la férula de la altiva abadesa Eufemia.

Alfonso S. Palomares es un periodista de ancho prestigio profesional. Fue un eficaz presidente de la Agencia Efe y triunfó en los muy varios cargos desempeñados a lo largo de su dilatada vida periodística. El Evangelio de Venus es una novela bien construida, de sólida arquitectura formal, robustecida por una escritura sobria y erizante y por diálogos de alto interés. Tiene defectos, claro, pero dejo a la crítica especializada que los subraye. Alfonso S. Palomares se ha calzado las sandalias del pescador y ha recorrido la época más tormentosa del Pontificado que, entre lujurias, pecados capitales, desmedidas ambiciones y crímenes atroces, viene a demostrar que la Iglesia prevalecerá. Si el Vaticano ha sido capaz de superar el juicio macabro del Papa Formoso, parece claro que nadie podrá desmontar la organización articulada en el entorno de la piedra de Pedro sobre la que se edificó la Iglesia cristiana.

Ningún lector al que le complazca recrearse en el buen gusto literario se arrepentirá de adentrarse en la lectura de esta novela, ciertamente excepcional, y que corona la dilatada vida informativa y literaria de Alfonso S. Palomares, uno de los nombres relevantes del periodismo español.