Las razones de Emilia Landaluce
No son pocos los defectos históricos y actuales de España. Negarlos supondría perder la objetividad. Tres guerras civiles en el siglo XIX y otra más, especialmente ensangrentada, en el XX, no dejan lugar a dudas sobre la arriscada convivencia ideológica entre españoles. Incluso padecimos una dictadura de 40 años, encarnada por el amigo del duce Mussolini y del fürher Hitler, el caudillo Francisco Franco, que secuestró la soberanía nacional tras la victoria de su Ejército en la guerra incivil.
A la vez, España ha sido una de las cuatro naciones más destacadas de la Edad Moderna y la Edad Contemporánea, junto a Francia, Inglaterra y Estados Unidos. Económicamente situada hoy entre las 15 grandes potencias, culturalmente ocupa los puestos de cabeza y, unida al área iberoamericana, disputa el primer lugar al mundo de habla inglesa.
Emilia Landaluce, que es una periodista sagaz y una ensayista de ancha visión, ha sabido enfrentarse en su último libro al sectarismo de cierta izquierda, y ha proclamado verdades como puños sobre la realidad histórica y actual de España. Hay que descubrirse ante el valor intelectual de Emilia Landaluce al hacer frente, sola ante el peligro, a la jauría ultraizquierdista, tan lejana a la verdadera izquierda moderada.
Afirma la autora que Cataluña nunca fue una nación; que gracias a España se convirtió en potencia industrial; que la plurinacionalidad es un despropósito; que la guerra esgrimida por los independentistas no fue de secesión sino de sucesión; que los catalanes en su inmensa mayoría creyeron siempre en España como nación histórica; que la corona catalano-aragonesa nunca existió; y que muchos secesionistas son claramente racistas.
Según Emilia Landaluce, los españoles buscaron en América, antes que nada, la universalidad católica; que se mezclaron con los indígenas, crearon el mestizaje y no dañaron allí las civilizaciones precolombinas; que no solo no expoliaron América, sino que dejaron un legado cultural sin precedentes; que los países iberoamericanos se convirtieron en naciones políticas a la vez que España.
Afirma Emilia Landaluce, con dos tacones, que nuestra nación ni es intolerante ni es el país más machista; que no se muestra más corrupta que las naciones de nuestro entorno. Y que convertirla en una marca es una sandez.
Elogia la autora el discurso del Rey Felipe VI pronunciado el 3 de octubre de 2017. El acierto de todo lo que dijo, cubrió de banderas españolas las ciudades y los pueblos de España y provocó la reacción del sentimiento nacional despojándolo de veladuras y telarañas. Lástima que el Estado, zarandeado durante muchos meses por el Gobierno de Rajoy, abandonó a los catalanes que se sienten españoles en la Cataluña también española.
“Ciudadanos -escribe Emilia Landaluce en No somos fachas, somos españoles (La Esfera)- ganó las elecciones del 21 de diciembre de 2017 y el no nacionalismo obtuvo más votos que los soberanistas, aunque estos lograran más escaños en el Parlament”. Se alza la autora con argumentos contundentes frente a la deriva identitaria supremacista del secesionismo catalán y niega que los catalanes sean ovejas merinas que siguen dócilmente, y entre incesantes balidos, al carnero adalid secesionista. Estamos, en fin, ante un libro claro e imprescindible que aduna el valor intelectual y la cultura histórica con la sagacidad en el análisis y una escritura de austera belleza literaria.