La olvidada cultura
Apenas se ha hablado de cultura en las campañas electorales. Asombra la cutrez de muchos de nuestros políticos, demasiados quizá. Antes que nada, España es una potencia cultural. Tal vez la tercera, tal vez la cuarta del ancho mundo. Y unida a las naciones hispanohablantes, la cultura iberoamericana disputa el primer lugar a la de habla inglesa. En los últimos cien años, con la filosofía de Ortega y Gasset y Xavier Zubiri, con la pintura de Picasso y Miró, con la escultura de Chillida y Benlliure, con la arquitectura de Gaudí y Calatrava, con la ciencia de Ramón y Cajal y Severo Ochoa, con la música de Plácido Domingoy Falla, con la poesía de Lorca y Aleixandre, con la novela de Cela y Delibes, con el teatro de Buero Vallejo y Valle-Inclán, con el periodismo de ABC, El País o El Mundo, con cien grandes nombres internacionales más, nuestra nación centellea culturalmente en todos los rincones del mundo.
Al margen de cualquier chauvinismo, siempre estéril, España ha vivido en los últimos cien años un siglo de oro. Falta, sin embargo, la atención seria de los fatuos políticos que padecemos. El regateo y a veces la supresión de un ministerio de Cultura ha resultado lamentable. La delgadez de los presupuestos destinados a las manifestaciones artísticas o a la investigación científica avergüenza sobre todo teniendo en cuenta en qué se han despilfarrado los impuestos casi confiscatorios con los que se sangra a los ciudadanos hasta la hemorragia. Y eso por no hablar de la corrupción que ha colmado los bolsillos de no pocos políticos y sus parientes y amiguetes, así como las alcancías de los partidos preocupados antes del interés partidista que del general.
Nadie o casi nadie ha hablado en las campañas electorales sobre el estímulo a la investigación o sobre qué se va a hacer con, por ejemplo, el Museo del Prado, una de las tres más grandes pinacotecas del mundo. Tampoco se han planteado los apoyos en favor de la creación artística y literaria. Politique d'abord. Política ante todo. Se equivocan los que creen que la ciencia, la música, la filosofía, las letras no necesitan el respaldo de una política inteligente que las potencie. Encantados de contemplarse el ombligo, demasiados políticos españoles marginan de forma estúpida el mundo de la cultura y se quedan perplejos cuando se enteran de que, en Madrid, por ejemplo, acuden a ver teatro cada año un millón de personas más que a los estadios de los tres o cuatro equipos de fútbol de Primera División.
Ah, y no solo no se ha hablado de cultura en la campaña electoral del 28-A. Tampoco de Europa. Nada más absurdo. Los Estados Unidos de Europa llaman a la puerta como única fórmula de competir con la China abrumadora y sus 1.400 millones de habitantes, con la India creciente y sus 1.300 millones de indios, con el acoso avasallador de los Estados Unidos de América, que cabalgan a galope tendido. Entristece el aldeanismo de nuestra clase política, cuyo mayor defecto, con ser muy grave, no es la corrupción sino la mediocridad. La cultura y Europa han sido las grandes ausentes en los debates de la campaña electoral del 28-A para vergüenza de la ciudadanía moderada y razonadora.
Zigzag
"Los 450 millones de dólares que el príncipe saudí Bader ben Abdulá pagó por un cuadro de Leonardo da Vinci ha reverdecido en las publicaciones especializadas la fiebre de las subastas y de la cotización de los artistas vivos. David Hockney ostenta el récord, superado por Koons hace unos días. Su cuadro Portrait of an Artist se cotizó por encima de los 9 millones de dólares. Hockney, británico y universal es homosexual orgulloso de su condición, escenógrafo y fotógrafo, además de sugerente pintor. Supera los 80 años, pero se mantiene creador e imaginativo. No coincido con los que le alinean en el pop art, aunque durante algún periodo de su vida allí alentara. Hockney es un pintor hiperrealista, zarandeado por algunos ramalazos de surrealismo. Su pintura acrílica con colores que cabalgan a galope tendido recuerda a la poesía de su admirado Walt Whitman."