Los dos hombres tóxicos de Page
Se han cruzado por el medio y ahora hay que quitárselos de encima. O torearlos. O sucumbir. Pedro Sánchez y José García Molina son ahora mismo un problema en la carrera política de Emiliano García-Page. Cada uno a su manera han irrumpido en la placidez bucólica en la que políticamente se había instalado Page, siempre tan afortunado y tan ascendente y lineal, y este jueves por la mañana suponen una amenaza más o menos directa en sus próximos horizontes. Sánchez y García Molina, el pedrisco y el pablismo, juntos o por separado, son dos activos tóxicos frente a un Page que vislumbró en mayo de 2015 una legislatura cómoda y tranquila y que, dos años después, pisa sobre un suelo inestable que en dos o tres semanas puede dar un vuelco a la situación. Puede... o no, que diría Rajoy.
Todo es cuestión de esperar un poco más y ver los pasos que sigue el futuro. Es posible que la suerte, tan amiga siempre de Page, vuelva a sonreírle otra vez y todo siga su camino, sin mayores sobresaltos, pero aún está viva la opción de que el caos se instale en su mundo y la vida política empiece a trastabillarse. Nadie puede saberlo a día de hoy, pero en estos días de mayo Page ha perdido la estabilidad y es un presidente en crisis y un líder socialista pendiente de la orientación del viento, que sopla siempre por dónde le da la gana. Con ambos dos, Sánchez y Molina, tiene Page motivos sobrados y de fondo para el arrepentimiento pero también es verdad que el presidente de Castilla-La Mancha es un tío pragmático y sabe que no merece la pena más que mirar hacia adelante. Y ahora mismo esperar.
Esperar. Esa es la clave de estos días para Page. Esperar que Pedro Sánchez se pegue el batacazo y lo de Susana Díaz empiece a rular con alguna normalidad y esperar que Pablo Iglesias, el tío que le inspira a García Molina, tenga pronto un buen día, mantenga a su amiguete al frente del aparato podemita en la región y abra otra vez, ya sin estas urgencias primaverales, una dudosa vía de diálogo que saque a Castilla-La Mancha del bloqueo y a Page de la melancolía. Lo contrario sólo pueden ser malas noticias para Page, que además tiene a Cospedal sentada enfrente en plena diversión y jugando al escondite de mayo de 2019, que es un año incierto, misterioso y quién sabe si de revancha.
Se ve que mayo, en fin, ofrece siempre un tiempo apasionante y a los políticos les produce de forma habitual ciertos brotes, calenturas y otro tipo de abscesos más o menos visibles, pero generalmente del máximo interés. Y por hoy ya me tengo escrito.