Cospedal y el pacto de Page con García Molina
Septiembre traerá un nuevo Gobierno a Castilla-La Mancha fruto de la coalición del PSOE con Podemos. Page con García Molina. Pedro con Pablo. Será un Gobierno raro, inédito y primerizo en la región, sin antecedentes. Un experimento a ver qué pasa, según la teoría de Echenique que tan mal ha caído entre los socialistas castellano-manchegos. Mal pero mal. Se ensayará terminar la legislatura como sea y probar si son capaces de entenderse dos partidos rivales y enemigos que hasta hace pocos días llegaban incluso a insultarse en Castilla-La Mancha. La desconfianza mutua es profunda y se caen bastante mal, pero la necesidad aprieta y sentarse juntitos en el Consejo de Gobierno ha sido la mejor fórmula que han encontrado para salvar los muebles y evitar el marronazo de unas elecciones anticipadas. En pocas semanas vamos a tener noticias de importancia y grandes novedades, de manera que no precipitemos los acontecimientos y sencillamente dispongámonos a vivir el espectáculo, que será de lo más apasionante. García Molina por las moquetas del poder.
Este nuevo tiempo que se abre en Castilla-La Mancha va a significar también una gran oportunidad para el PP. Cospedal y los suyos van a tener tarea por delante. Si quieren, si pueden, si saben. Page y García Molina, prietos y en modo retranca en los Consejos, van a ser un material de primera calidad y no sabemos si los populares querrán aprovecharlo. Ahora el PP castellano-manchego practica en general una oposición de trazo grueso, improvisada y sin más estrategia que atizar el fuego todos los días a la hora del desayuno y en las tres o cuatro comidas posteriores, incluidas la merienda y las tapitas, pero sin un diseño realmente inteligente, meditado y de fondo. No veo color. Los populares hacen ahora lo mismito que reprochaban a los socialistas durante la Presidencia de Cospedal, corregido y aumentado. Y con excesiva e hiperbólica crudeza.
No se trata de zarandear más, sino mejor. Y esta es la vía inmejorable que ahora se abre para el Partido Popular de Castilla-La Mancha, a menos de dos años de las próximas elecciones autonómicas y con un sinfín de sorprendentes acontecimientos por venir en la vida pública regional. Cospedal lidera con fortaleza a los populares castellano-manchegos pero ahora este partido debe darle una vuelta de tuerca a su talento e imaginación: cargar las baterías, disponerse a ser feliz en la oposición y olvidarse de una vez por todas del ruido y de la furia. Y eso es.