Talavera en el bucle melancólico
Me confieso contradictorio e incómodo ante la manifestación por el futuro de Talavera convocada para el próximo 11 de noviembre. Sentimentalmente turbulento, intelectualmente confuso. Entre la ilusión y la melancolía. El eterno bucle melancólico de Talavera. El regreso al futuro o el permanente horizonte del pasado que siempre nos amenaza a los talaveranos. Repetirnos a nosotros mismos y quedarnos tan contentos por un tiempo, hasta el siguiente destrozo general. El eterno y cansino discurso de la marginación. No sé que hacer, no sé qué pensar, no tengo claro hacia qué estrella tenemos que mirar, dónde y quienes tienen las ansiosas respuestas que buscamos. Talavera de nuevo se manifiesta contra el mundo y contra sí misma: Talavera contra Talavera. La Talavera que protesta contra la Talavera que no funciona y que se hunde, que son la misma y andan en disputa y en declive. Talavera y sus políticos locales de los últimos 35 años, claro.
Entiendo bien la manifestación del 11 de noviembre. Sus sueños y razones, la buena voluntad de quienes la organizan y el talaveranismo puro y de corazón que hay detrás de lo que pretende ser una expresión saludable y democrática de amor por la ciudad, de dolor por su derrumbe y de ilusión por el futuro. Una herida abierta y reivindicativa que quiere gritar de nuevo su desesperanza y quitársela de encima, en lucha por sí misma y por la ilusión en la alegría de otro tiempo, el bullir de nuevo de las calles hoy arrumbadas y vacías, el esplendor de la ciudad alegre y ruidosa que yo veía con los ojos de mi infancia, llena, grande, bulliciosa, reventona de gente y de luces y de vida. Entiendo el corazón y la furia que hay detrás del 11 de noviembre y comparto en el alma el anhelo y el deseo, pero soy incapaz de salirme de la duda, si este incierto camino es lo correcto y lo útil. Talavera se muere: esta publicidad es nefasta, pero coincidimos en el diagnóstico, aunque me niego absolutamente a compartir el tratamiento. No era esto, no era esto.
En fin, escribo estos párrafos a la carrera, más sintiendo que pensando, con la tristeza del momento y la esperanza corta. No tiro la toalla, pero es imprescindible mirarnos hacia dentro antes de mirarnos fuera y esa tarea inexcusable, treinta años después, dudo que la hayamos hecho y que estemos en condiciones de hacerla pronto y bien. Querámonos un poco más, queramos más y mejor a Talavera. En realidad el 11 de noviembre nos vamos a manifestar también para ver si somos capaces de escucharnos a nosotros mismos: será si así lo hacemos un gran paso hacia adelante para que después nos escuchen los demás. La clave de todo está puertas hacia adentro. Salgamos a las calles el 11 de noviembre y rompamos para siempre el bucle melancólico de Talavera, esa antigua y perniciosa endogamia, dicho sea con honestidad y talaveranismo.