Cum laude de mierda
Banalizarlo todo, devaluarlo y convertirlo en material pirotécnico de tercera categoría, pasto de la rabiosa actualidad y la telebasura, es una de las grandes aportaciones de la política en España en los últimos tiempos. La mediocridad casi absoluta que impera en el medio no es capaz de dar otro nivel y, a falta de talla y verdaderos argumentos, mete morralla a todo trapo en el ruedo nacional para entretener a la gente y darle pasto a los telediarios. La política de la España de hoy no resiste la más mínima comparación con la de hace veinte o treinta años y se viene rotundamente abajo si uno quiere ir un poco más allá de contar con los dedos de una mano las figuras realmente valiosas dedicadas a servir los intereses nacionales y no los particulares o los de la secta o los amigos. España 2018 es un deporte de escala.
El choteo general en torno a la política española es pues un hecho más o menos incontestable y lamentablemente no parece que este grave problema nacional pueda resolverse bien y pronto. Sentarse a ver un informativo es un sacrificio de la inteligencia y un daño moral al sentido común, pero la política no se ha quedado ahí y ha ido contaminando todo alrededor hasta poner el mundo en solfa. A los pies de los caballos: justicia, universidad, economía, cultura. Todo se ha ido engullendo bajo las fauces del tigre que destroza cualquier cosa que se ponga a su alcance, y lo hace sin miramientos y por pura glotonería. Es muy sintomático y penoso que mucha gente perciba a los políticos como el problema y no como la solución, y ese daño fundamental a la democracia resulta de verdad imperdonable. Deben convencernos tristemente de que no son lo que parecen: unos vividores.
La expansión de este humo negro ha alcanzado de lleno a uno de los territorios más sagrados: la Universidad, la educación, el conocimiento. No hay perdón de Dios. La siembra de la temporada ha sido demoledora para la vida universitaria española y ese destrozo general tardará mucho tiempo en recomponerse. Hay que echar a los responsables de tanta mezquindad, mirarles uno a uno a la cara, en todos los partidos, y exigirles la carísima factura que se merecen. El ejemplo está siendo nefasto para los estudiantes, del pasado, del presente y del futuro, para tanta buena gente que realmente cree en el esfuerzo, en el trabajo, en la formación y en los valores y que ahora mira a la Universidad y se mira a sí mismo y sólo encuentra desconsuelo y pocas esperanzas. Recelo e incredulidad. Muchos políticos han convertido en un meme la vida verdadera y hay que devolverlos cuanto antes a los corrales en medio del silboteo general.
Tengo un doctorado y una tesis y no pienso quemarlos. He tenido tentaciones pero no. No voy a hacer la pira. No, señor: son mi patrimonio y mi esfuerzo y estoy muy orgulloso. No voy a renunciar a ello: son mi exilio, mi memoria, mi historia y parte importante de mi vida. Que nadie piense lo contrario porque cuatro enterados pelagatos y ventajistas se hayan subido al carro del oportunismo y estén provocando una demolición. El suyo será un cum laude de mierda. El mío no.