"Ordesa", la reconciliación sin remedio de hijos a padres
"Ordesa", de Manuel Vilas, es un libro emocionante. El eterno y universal problema del reconocimiento de los padres solo posible cuando no hay remedio. Solo sabemos lo que debemos a nuestros padres cuando están muertos. Solo en ese momento sabemos decir algo tan fácil como “te quiero papá, te quiero mamá”. Antes, en vida de ellos, esas dos palabras parecen imposibles. En "Música blanca", la hija de Carmen Laforet lo hacía con su madre en vida... pero también sin remedio. El alzheimer de la madre era la muerte de la memoria. Al fin y al cabo, otra muerte. Pocas veces alguien tiene la valentía de reconocer algo tan obvio cara a cara. Manuel Vilas basa todo su libro en esa incapacidad plena de realidad.
Uno siempre ha reconocido el tema que desarrolla Vilas como uno de esos temas que a uno le llegan irremediablemente si la vida le da la oportunidad de ver desaparecer a sus padres. Todo aparece entonces tan claro, tan sencillo y tan sin misterio que resulta increíble no haber sabido dar un paso que muy pocos son capaces de dar. Con los padres muertos todo aparece con la verdad de lo irremediable. Todos reconocemos entonces al padre y a la madre. Manuel Vilas, además, lo hace con un lenguaje en el que lo poético impone un ritmo al que es difícil poner una sola pega. Uno se deja llevar y solo le queda llorar. En el recorrido que Manuel Vilas hace en "Ordesa" por la vida de sus padres muertos siempre está presente ese atavismo incapacitante que confirma una de esas que denominamos indefectible “ley de vida”.
El de Manuel Vilas es un libro para hijos que han perdido a sus padres y nunca les supieron comunicar lo que luego con su pérdida aparece como lo más natural del mundo, pero también para los hijos que muchas veces han pensado que cuando se lo digan será tarde pero no lo dirán nunca. “Ley de vida”. El eterno bucle que separa generaciones como un absurdo atavismo atado a los genes que unos a otros transmitimos en eterno absurdo. Y en esto uno quiere pensar que las generaciones actuales tienen un bagaje de educación sentimental y afectiva que puede jugar a su favor.
Entroncado en la literatura del yo, este de Vilas nada tiene que ver con la literatura del reproche al padre castrante que arranca de "Carta al padre" de Kafka, y sí con la confesión íntima del hijo que reconoce a quién debe casi todo lo que es. El Vilas divorciado, enfrentado a la realidad de su soledad, confiesa el error, honra a sus padres con la recuperación de su memoria y asiste a lo que la vida le da con las reacciones de sus dos hijos adolescentes. La historia se repite y solo cabe aceptarla. Emoción condensada y aceptación de la propia ley de vida.
De lo mejor que uno ha leído en muchos años sobre lo irremediable y el eterno absurdo de la vida y las relaciones entre generaciones condenadas a no entenderse sino cuando ya nada tiene solución. Vida en estado puro.
Manuel Vilas. Ordesa. Editorial Alfaguara, 2018. 390 páginas. 18,90 €.