Santiago Ydáñez roba en Sierra Morena
Los genios no abundan, por eso, cuando a veces la vida te hace el regalo de que te cruces en el camino con uno y de que encima disfrutes con su amistad, llegas a sentirte importante. Casi tan importante o más como el mismo artista, que normalmente acompaña a su condición de genio la conciencia de serlo. Uno tuvo la suerte de convivir un curso académico completo con uno de esos genios y también la conciencia de que el único que no se enteraba de que lo era, era él mismo. Además, como los buenos, el tío tenía un sentido del humor y una gracia a la altura de su talla artística. Muchos años después, ya va para un cuarto de siglo, ha confirmado con creces con una obra pictórica larga, sólida y siempre en continua renovación que los que atisbamos entonces el genio joven no nos equivocábamos.
Si no conocen su pintura miren su página web, repasen su obra año a año, y pongan mucha atención en las dimensiones de sus cuadros, porque alterna formatos casi microscópicos con otros de tamaño gigante. Le da lo mismo pintar con un pincel de miniaturista que con una brocha de esas de las de pintor de brocha gorda de toda la vida. Se llama Santiago Ydáñez y estoy seguro de que cualquier amante de la buena pintura disfrutará y se sorprenderá con su obra. Luego, cuando se hayan familiarizado con su pintura, busquen con Google dos vídeos: “A robar a Sierra Morena Ydáñez” y “Rufina”, ambos están en Vimeo. Si no se echan unas risas, y no siguen asombrándose con Santiaguito de cuerpo presente, échenme la culpa.
Aunque Santiago Ydáñez es andaluz y formado en Granada, es de uno de esos pueblos de Jaén de la Sierra de Segura que son tan castellano-manchegos como los de la limítrofe comarca de la Sierra de Alcaraz, y, con Alcaraz, Albacete y sus tierras, ha mantenido desde sus principios en la enseñanza primero y luego en la pintura una relación permanente. Santiago es de Puente de Génave, allí tiene su taller y allí vuelve a tomarse una mahou con sus paisanos, cada vez que no está danzando por esos mundos de Dios. Repasen su currículo y se darán cuenta de su capacidad de trabajo, de la cantidad y calidad de su obra y de la actividad frenética con que se ha desarrollado su vida durante los últimos años. Luego, repito, vean los dos vídeos y échense unas risas. Así son los genios. No hay mejor ejemplo.