Page y Feijóo en el centro ideal
Nadie con dos dedos de frente es capaz de negar que mientras no haya una reagrupación del centro derecha Sánchez lo tendrá muy fácil para seguir gobernando. La tendencia a la baja que Ciudadanos indica elección tras elección parece que ha abierto la definitiva marcha hacia ninguna parte. Mientras tanto, en Vox sueñan con el mismo sorpasso con el que soñó Rivera y convertirse en el centro aglutinador de la derecha por el método de llevarla a uno de sus extremos. Cosas más difíciles se han visto a lo largo de la Historia, y ahí está un fenómeno como el de Trump para ratificarlo, aunque uno quiere seguir pensando que lo que alguien llamó el espíritu de la buena gente de derechas de toda la vida no ha desaparecido. Tampoco el sentido común, aunque ahí esté, para llevarme la contraria, en lo que ha quedado el “seny” al que se agarraban los optimistas para defender que en Cataluña esa manera de entender la vida nunca se perdería.
El seny catalán aquel de siempre, el sentido común en política y en la vida, quiere pensar uno que es hoy el de Emiliano García-Page en Castilla-La Mancha, o el de Alberto Núñez Feijóo en Galicia, por poner dos representantes de lo que deberían ser las dos grandes opciones que deberían alternarse en el gobierno de España. Luego, cuando ve cómo medran y triunfan a uno y otro lado la demagogia, la ignorancia, la zafiedad y el oportunismo tiene uno sus dudas. Que en estos días se pregunte a la gente por la calle por el 23-F y no sepan absolutamente nada de lo que ocurrió le deja a uno pasmado y aterrado, porque sobre la ignorancia, como ha pasado con la manipulación de la Guerra Civil, se ha demostrado que se pueden construir alternativas de poder.
El populismo, como los nacionalismos, vive de las emociones, de los agravios del otro, del enfrentamiento y la confrontación. Es una verdad fácilmente comprobable en los tiempos que corren que, como decía Nietzsche, “lo que se ha llegado a creer sin razones apenas puede ser refutado con razones”, y por eso uno agradece esos oasis de cordura política que representan Feijóo y Page y piensa que no todo está perdido, porque aquí en el centro, y allí en el rincón noroeste de la Península sigue prevaleciendo, en dirigentes y votantes, ese espíritu de la buena gente de izquierdas y de derechas que es el del sentido común y el del verdadero seny catalán que algún día no muy lejano se perdió para nuestro mal. Amén.