¿Cómo entender a quienes quieren justificar con razonamientos lógicos el horror de la guerra que Rusia está desarrollando en Ucrania? ¿Existe alguna ideología o filosofía tan potente que pueda explicar la feroz destrucción que se está produciendo? En la segunda guerra mundial padecimos el ensayo de Guernica. Después vino el desarrollo perfeccionado del aquel aprendizaje: Varsovia, Dresde, Londres, Berlín. Sin embargo, aquella destrucción que se ensayó en Siria se ha superado y ahora se emplea en Ucrania ¿Cómo explicar con argumentaciones creíbles esa destrucción sistémica, gélida como barra de hielo, de ciudades y pueblos? “Es para liberar a la población de un genocidio “, ha dicho Putin. Es la barbarie total a la que solo le falta el ataque nuclear para avistar los abismos del mal absoluto. Quienes buscan discursos justificativos del horror, ¿son gentes que no aceptan ser manipulados por los medios de comunicación mayoritarios? ¿Son contrarios a los Estados Unidos como lo son contra la OTAN? ¿Son gente que cree que aún queda algún ápice de izquierdismo en Rusia?
La Historia nos enseña que toda guerra, aún la más pequeña, lleva aparejada la destrucción no solo de las personas sino de sus símbolos: la arquitectura, las creencias, la literatura, la ciencia, la sabiduría, la convivencia democrática. Siempre nos cabe, para entenderlo mejor, retrotraernos a la poética guerra de Toya, en el final de la Edad del Bronce. Una vez que, con ayuda de los dioses, consiguieron engañar a los troyanos tan soberbios, los ejércitos de la coalición aquea demolieron hasta los cimientos la orgullosa ciudad que resistió el asedio más de diez años.
No aguantará tanto Ucrania. En Siria, para mantener a un dictador, hijo de un dictador, se arrasaron las ciudades más importantes: Alepo, Homs, Hama. El dictador gobierna sobre ruinas. Pero si aquello fue un ensayo ahora se traslada a Ucrania. ¿Se puede justificar tan feroz destrucción en una falta de tacto y respeto de Occidente a una nación como Rusia? ¿Sería proporcional esta guerra contra el honor de un pueblo menospreciado, suponiendo que hubiera sido así? Tal vez si escuchamos a Putin en el acto del otro día obtengamos una mejor visión de lo que está pasando en Rusia: ”Pero cualquier pueblo, y más aún el pueblo ruso, siempre podrá distinguir a los verdaderos patriotas de la escoria y los traidores, y simplemente los escupirá como un insecto que accidentalmente voló a su bocas, los escupirá en la acera. Estoy convencido de que una autodepuración tan natural y necesaria de la sociedad solo fortalecerá a nuestro país, nuestra solidaridad, cohesión y disposición para responder a cualquier desafío”. ¿Hace falta decir más?
Otra de las claves para justificar la invasión de Ucrania es la amenaza de la OTAN a Rusia. Pero todos sabemos que la OTAN no es nada. Como escribía Manuel Vilas en un artículo reciente,titulado “A sangre y fuego” (un titulo de Manuel Chaves Nogales): “la OTAN hoy parece más la seguridad privada de una urbanización de lujo que un ejército eficaz” (El País, 14 de marzo de 2022). Situar el discurso en la dualidad de la Guerra Fría, o en la confrontación capitalismo–comunismo, supone vivir en un mundo desaparecido. En Europa, hace tiempo, elegimos hablar de paz y destinar los recursos económicos al bienestar colectivo. Las guerras se acabarían porque si nosotros estábamos desarmados los demás harían lo mismo. Pero Rusia no copió el ejemplar comportamiento europeo y ha empezado a destruir desde la raíz a un vecino como Ucrania. Ah, pero eso sí, como suele reprochar el maltratador a quién maltrata: “no teníamos otro remedio”. A Ucrania la están destruyendo por su culpa.