Pedro Sánchez no controla el poder provincial y menos en Castilla-La Mancha
Quien piense que el PSOE ha cerrado sus heridas tras la segunda elección de Pedro Sánchez como secretario general se equivoca. Quizá todo lo contrario. Las espadas siguen en alto y el enfrentamiento de los “sanchistas” con los que no lo son (ya no se les puede llamar “susanistas”) está latente en el partido de una manera singular y feroz en ocasiones. A Pedro Sánchez le apoyó la militancia el pasado mes de mayo, pero esa misma militancia no ha apoyado a sus candidatos en más de la mitad de las provincias de España. En el caso de Castilla-La Mancha solo han ganado los “sanchistas” en Albacete, y por los pelos, decantándose el resto de demarcaciones por los candidatos “oficialistas” próximos al Gobierno de Emiliano García-Page. Por no hablar de la propia región, en la que Page ha mantenido el liderazgo con total comodidad.
El caso es que el éxito del pasado mes de mayo de Pedro Sánchez no se ha vuelto a repetir en las siguientes convocatorias del partido. Los afiliados parecen haber optado de laguna manera por repartir el poder dentro del partido en lugar de concentrarlo en unas solas manos. Pedro Sánchez tiene a favor 16 provincias, tal como ha publicado recientemente El País, fundamentalmente del norte de España y las islas. Las otras 26 representan mayoritariamente los lugares donde gobiernan los líderes regionales socialistas: Andalucía, Castilla-La Mancha, Aragón, Extremadura y Valencia. En Asturias, el sector sanchista, liderado la vicesecretaria general, Adriana Lastra, ha logrado imponerse al del actual presidente del Principado y exlíder de la gestora socialista, Javier Fernández. La presidenta balear, Francina Armengol, se mostró partidaria de Sánchez durante las primarias. Las únicas dos comunidades realmente divididas son Castilla y León y Galicia. Por otro lado, las tres provincias del País Vasco son un caso especial porque optaron en las primarias por el tercer candidato en disputa, el exlehendakari Patxi López, que hoy está integrado en la ejecutiva de Sánchez. En Cataluña el PSC tiene su propio reglamento y hace sus listas.
Esta distinción entre afines y no afines no significa que el PSOE esté a la gresca cada día, aunque el enfrentamiento esté latente. Todos tienen hoy un objetivo común: conseguir en las elecciones municipales y autonómicas de 2019 tantos gobiernos como sea posible. Un éxito municipal y regional sería una magnífica señal para las aspiraciones de Pedro Sánchez de llegar a La Moncloa. Sin embargo, puede haber antes un escollo importante como es el de la elaboración de las listas. Con el nuevo reglamento la cosa se puede complicar ya que, aunque el PSOE dice ser el “partido de la militancia”, lo cierto es que “cuando las circunstancias políticas lo aconsejen o el interés general del partido lo exija”, la dirección socialista podrá “suspender la celebración de primarias (incluso si ya estuvieran convocadas) en determinados ámbitos territoriales y acordar la designación directa, sin procedimiento de primarias, de una persona”. También el resto de listas está en manos del secretario general: “La aprobación definitiva de las candidaturas del PSOE y de su composición será competencia exclusiva del comité federal", dicen las ordenanzas del partido.
No creemos que en ese sentido vayan a existir problemas en Castilla-La Mancha. Pero ya se irá viendo porque en esta Comunidad el poder sigue estando en manos de la dirección que lidera García-Page.