Nuevo tiempo para el PP
El 15-M le cambió el ritmo a la política. La contaminación izquierdista del movimiento que empezó a fraguarse el día 16 no debe cegarnos: aquella manifestación gigantesca que sorprendió a políticos y periodistas supuso el pistoletazo de salida de un tiempo nuevo en el que las distancias entre los gobernantes y los gobernados se acortaron para siempre. Además, los periodistas nos hemos quitado la corbata y hemos escondido la moqueta en el desván. Todo pasa muy deprisa, los políticos dimiten entre tuit y tuit por razones estéticas –la forma es el fondo, claman los jóvenes políticos que mataron al Padre- y los telediarios se escaletan en función del color de las imágenes.
El futuro líder del PP de Castilla-La Mancha no podrá hacer política como lo hicieron Molina, Suárez Illana, Tirado y Cospedal. Los perfiles de Velázquez –sobre todo- y de Núñez se ajustan más al de Casado que al de Rajoy. Los populares tienen mucho que agradecerle a Vicente Tirado. Lo tenía todo a su favor para suceder a Cospedal. Todo, excepto el nuevo ritmo de la política. Y tiene uno la sensación de que él lo sabía y que, de hecho, esa es la principal razón que le ha pesado a la hora de dar un paso atrás. Su decisión demuestra una generosidad difícil de encontrar en la política de hoy. Su gesto abre la puerta a un nuevo PP regional, más adaptado al tiempo de la política de hoy, fugaz, soluble, cruel y, a veces, demasiado superficial.
Sin embargo, sea quien sea el nuevo líder de los populares, deberá saber combinar ese nuevo ritmo con la capacidad de sostener un discurso ideológico serio y riguroso. Si Pablo Casado ha triunfado, no es sólo porque tenga una buena imagen, o porque forme parte de una nueva generación; es, sobre todo, porque combina eso con una buena formación política, porque no rehúye el debate ideológico con la izquierda y porque ha sabido airear sin complejos las dos ideas fuerza que han sujetado siempre a la derecha: España y Libertad.
Hace unos meses me preguntaba en esta columna por qué no había liberales en Castilla-La Mancha. Ha llegado el momento de que Velázquez, Núñez o quien sea que ostente la presidencia regional del PP defienda esa bandera. En esta región como en ninguna –con la excepción, quizá, de Andalucía-, la ciudadanía está más que harta del regionalismo cutre y subvencionado que impera en el discurso oficial. Es hora de que haya una alternativa real, joven, moderna, dinámica y sólida al socialismo de puñetazo en la mesa y mitin de autobús que ha gobernado la mayor parte de la historia democrática de Castilla-La Mancha. Pero eso sólo será posible si quien suceda a Cospedal sabe combinar lo mejor del nuevo tiempo de la política con lo sustantivo de lo político, que es promover el bien común.