Iceta, el bailarín
Miquel Iceta ha sido reelegido secretario general de los socialistas catalanes por unanimidad. Celebró su nuevo mandato como ya es costumbre, bailando en este caso al ritmo de Sexo en Nueva York, que no sé si sería una declaración de intenciones después de la vaselina de Page. Como dice Ignacio Camacho, ninguno somos Campmany y transitar por este angosto trecho sin caer en la vulgaridad se antoja complicado. Lo cierto es que Iceta se ha mostrado como un bailarín de primera, pues ya hizo lo propio con Queen y Don't stop me now. Y es verdad. Nadie lo va a parar ahora. Iceta ha puesto el rumbo al gobierno y baila con Pedro, lo mismo un swing que un tango. Lo importante es llegar a Moncloa y la vicepresidencia de la Generalitat, desde donde los problemas se atisban de otra forma. El problema es que le ha tocado bailar con la más fea, Junqueras, que está en prisión y pisa callos. Iceta es un tipo listo, pero nos va a marear de tanto baile.
El PSC es una desgracia para Cataluña, España y, desde luego, el Psoe. Toda su obra se resume en blanquear una ideología, el nacionalismo, ante la que siempre tuvo complejo de inferioridad desde los tiempos de Maragall. Girauta, toledano reconvertido, lo explica muy bien. “Yo también tuve esa fiebre y fui del PSC”. Se creyeron con posibilidades de domar a la fiera. Y la fiera jamás se doma. Como mucho, permanece en la jaula hasta mejor ocasión. Y es lo que está pasando. Esquerra exigirá el oro y el moro, pero se quedará con lo primero. Bajo el argumento del posibilismo, venderá un acuerdo a su parroquia en el que, como diría Mota, van consiguiendo avances “de a poco”. Y eso es cierto como que usted está leyendo esta columna. El problema es que llevamos así cuarenta años y no sólo no ha habido acuerdo o solución, sino que la fiera nos ha comido el brazo y ahora quiere la cabeza. Pero no pasa nada. La solución es el pactismo y la entrega de Chamberlain. Así lleva el PSC toda la vida, haciéndose perdonar que no es nacionalista.
El papel en el que queda el resto del Psoe no es ni para nombrarlo. El único símil que se me presenta no es el de la vaselina, sino el papel higiénico del elefante, que rascaba con ver solo el rollo. Pero no importa nada, porque lo que está en juego es la entronización del líder. Y su filosofía ya está escrita en el Manual de Resistencia que presentó hace un tiempo. Pedro será presidente aun a costa de tensionar y contorsionar España entera y todo su entramado institucional. Da igual que pacte con unos condenados por sedición en el Tribunal Supremo. Marchena debe estar dándose golpes con la maza y aprendiendo catalán para el siguiente juicio, el suyo. La voracidad de Pedro no tiene límites y bailará con Iceta hasta conseguir sus propósitos. Danzad, danzad, malditos. Como en la película, hasta caer uno a uno exhaustos en la pista de baile.