Mejor conocer la verdad
Está siendo muy comentado estos días el triste suceso acaecido en un hotel de Motilla del Palancar (Cuenca), donde una empresa valenciana de productos de salud iba a ofrecer una charla sobre ciertos productos. Al final de la misma se ofrecería a cada pareja de asistentes un regalo. Agendas y móviles, parece ser que eran algunos de ellos. El asunto es que a esa charla asistieron tres hermanas, una de ellas con síndrome de Down y según la versión de una de las hermanas de ésta, les invitaron a salirse, “porque podían asustar a los allí presentes, etc.”.
Mediasalud, la empresa en cuestión, ha ofrecido otra versión que dista bastante de la ofrecida por las tres hermanas afectadas. Dicen que desde el principio metieron mucho ruido y solicitaban dos regalos y no uno que es lo que les correspondía por cada dos personas. Ante esa actitud fueron invitadas a salir y algunas personas más, parece que se salieron. Las afectadas han reconocido que la empresa les llamó después ofreciéndoles algunos regalos de los que daban. También parece que la consejera de Bienestar Social de Castilla-La Mancha, Aurelia Sánchez, ha contactado con el alcalde conquense para conocer y esclarecer la verdad.
Sea lo que fuere, como directivo de una Federación Provincial que se ocupa y preocupa por casi 2.000 personas con discapacidad intelectual y parálisis cerebral, lo primero que hago es escribir y aportar mi opinión al respecto.
Es obvio que sólo las personas que estaban allí en esa reunión comercial conocen la verdad. Lo demás son versiones de uno y otro lado que nos ayudan a formarnos la nuestra en el caso. Alguien ha tergiversado la realidad. A mí me parece muy grave que a estas alturas de la vida haya alguna persona o empresa que rechace de manera taxativa a una persona con una discapacidad de ese tipo. Sería muy duro que después de tantos años de sensibilización, de avances sociales conseguidos, etc., aún haya comportamientos mezquinos de personas sin sensibilidad, sin escrúpulos. Me cuesta trabajo creer que haya personas que estén en sus cabales y reaccionen así, no ignorando que les va a caer todo el peso del reproche social y de la ley. Y con razón.
También me cuesta trabajo, bastante, que haya personas que formen un follón por un par de regalos, aunque visto lo visto algunas veces parece que podemos llegar a comportamientos extraños extemporáneos fuera de lugar y por una barra de regaliz. Y desde luego, si las hermanas “utilizaron” el argumento de la otra por ser discapacitada, peor todavía. A esto no sé cómo llamarlo, pues me deja en fuera de juego y no sé ni lo qué decir o escribir.
Por todo ello, sería bueno y aconsejable que la consejera de Asuntos Sociales de la región, muy cercana y sensible a esta problemática -me consta- ofreciera la versión de los hechos y que todos conozcamos la verdad para saber quién ha hecho trampas. El mundo en general y en particular el de la discapacidad necesita saber si es que aún hay borregos mal educados y sin sensibilidad que juegan y no respetan a estas personas o lo que sería de dudoso gusto, que haya gente que se aprovecha de la discapacidad para obtener “beneficios”.