Carta abierta al nuevo alumnado de la Universidad de Castilla-La Mancha
La inauguración, en 1985, del primer curso de la Universidad de Castilla-La Mancha fue el culmen de lo que muchos pensaron que era una utopía, pero ese pensamiento se diluyó, porque una utopía es algo que no se puede alcanzar, sin embargo, tras un proceso de trabajo e ilusión, nuestra universidad abrió sus puertas en octubre de ese año, con algo más de 7.000 estudiantes y unos 500 profesores. Aquella inauguración supuso un avance en multitud de aspectos: la democratización de la cultura y de la educación universitaria; más cohesión entre las provincias de nuestra comunidad autónoma; mayor relación entre el mundo educativo y el mercado laboral.
En 35 años la Universidad de CLM ha creado su propia identidad, construida por docentes, estudiantes, investigadores y la comunicación entre ambos. Si buscamos el origen de la palabra «Universidad», este lo encontramos en la expresión «Universitas magistorium et escolarium» que, en latín, significaba algo así como «Asociación de maestros y estudiantes». La universidad, los campus, las facultades no son solo el conjunto de edificios que lo forman, no es únicamente lo que vemos. La universidad también es el poso que queda en sus estudiantes una vez que dejan las aulas, su alma mater. La universidad es el conjunto de personas: su lugar de encuentro, de intercambio, convivencia, tanto entre el alumnado como entre este y el profesorado. Hoy esta «Asociación de maestros y estudiantes» la formáis más de 26.000 alumnos y unos 2.500 profesores y ha alcanzado una oferta de más de 60 grados y dobles grados y más de 45 másteres, entre otros estudios, en 34 centros de cuatro campus y dos sedes universitarias.
Como no me gusta mucho eso de dar consejos, serán grandes mujeres, cuya vida estuvo íntimamente ligada a la universidad, a quienes cederé la palabra.
«El ingrediente más importante para la salud de la democracia es la educación» (Martha Nussbaum). La ciudadanía debe exigir a representantes de gobiernos y a docentes una educación de calidad. Es posible que no exista el sistema educativo perfecto, pero quienes lo diseñamos y quienes enseñamos sí debemos poner todo nuestro empeño en intentar que lo sea. Es vuestro deber y obligación exigir una educación de calidad.
«Hay que realizar lo posible para alcanzar lo imposible» (Simone Weil). No hay atajos para aprender ni atajos para ser feliz. Tropezaréis a menudo con la misma piedra y os frustraréis, pero si a esa piedra con la que tropezamos la llamáramos experiencia, a esa frustración la llamaríamos aprendizaje. Huid de la turbotemporalidad, no todo debemos hacerlo rápido, no todo debemos conseguirlo al instante. Lo que se hace rápido no suele conllevar una reflexión, y para ser un buen profesional, en el ámbito que sea, hace falta haber aprendido a pensar con espíritu crítico, y ese aprendizaje es lento, tan lento que dura toda la vida. Huid de los atajos y os convertiréis en profesionales de calidad.
«Debemos pasar del mundo de la interconexión al de la intercomunicación» (Adela Cortina). En la era de la omnipantalla y del mundo digital confundimos demasiadas veces el estar conectados con comunicarnos. Comunicarse debe ir más allá de intercambiar mensajes de wasap, frases comunes, imágenes anecdóticas o reenviar mensajes recibidos. La comunicación debe aportar una información de calidad que hable de nosotros mismos y del mundo que nos rodea. Las universidades son la cuna del conocimiento, de la enseñanza y de la investigación, y debe seguir creciendo con vosotros y vosotras. Quienes habéis entrado en la universidad este año sois nativos digitales y sois quienes debéis encontrar la manera de que ese conocimiento, esa enseñanza, esa investigación, es decir, toda vuestra comunicación sea comunicación de calidad.
«La frase más peligrosa en cualquier idioma es “Esto siempre se ha hecho así”» (Grace Hopper). Gracias a las Universidades siempre ha habido gente que ha intentado hacer las cosas de otra manera. Gracias a que las cosas «dejaron de hacerse así», se abolió la esclavitud, la mujer consiguió el derecho al voto, existe el matrimonio igualitario, etcétera. El nacimiento de las Universidades coincide con el nacimiento de la expansión cultural y del Renacimiento, de las ciencias modernas, de los grandes descubrimientos y de los grandes avances sociales. No es casualidad. Invertir en universidades, invertir en investigación, invertir en reflexión es invertir en un futuro mejor. Es invertir en un futuro de calidad.
«El corazón es centro porque es lo único de nuestro ser que da sonido» (María Zambrano). Todo hay que hacerlo con y desde el corazón y con pasión. ¿Os imagináis ser enfermeras y enfermeros sin que os guste la Enfermería? ¿Os imagináis ser abogados y abogadas sin que os importe la justicia? ¿Os imagináis ser maestras y maestros sin que os guste la Enseñanza? Quien hace las cosas con corazón se equivoca igual, pero sus errores se disculpan, porque todos erramos, y como dije antes, quien tropieza con la piedra, pero lo ha hecho con entusiasmo, llamará a la piedra experiencia, y a su error, aprendizaje. Y lo que para otros es un obstáculo, para aquellos que trabajan con pasión será experiencia de calidad.
«Para hacerme poderosa solo necesito una cosa: Educación» (Malala Yousafzai). Y es que la Educación nos hará tener comunicación de calidad, nos permitirá desempeñar un trabajo de calidad, nos hará vivir experiencias de calidad y, lo que está por encima de todo, nos convertirá en personas empoderadas y de calidad. Todo esto os lo puede dar la Universidad. Bienvenidos a esta «Asociación de maestras y maestros y de alumnos y alumnas» que es la Universidad. Bienvenidos al curso 2020-2021.
Rosa Ana Rodríguez esConsejera de Educación, Cultura y Deportes