A Page se le llevan los demonios con Sánchez
Créanme. Mi lado ingenuo quiere pensar que Page está a punto de dar el salto mortal definitivo y lanzarse con hechos a la yugular de Sánchez, pero el rincón más oscuro de mi corazón me dice que el presidente castellano-manchego nunca pasará de las musas al teatro. Lo de hoy ha sido especialmente intenso y tengo un dilema interior. Veo al PSOE en ebullición pero me asalta la duda de si asistimos a un juego bien repartido de papeles antagonistas, poli bueno, poli malo, en el que al final, como reconoció Felipe González, todos votan sanchismo. O sea, más de lo mismo. No siento, no huelo, no oigo y, en esa duermevela inconsciente y anestesiada, voy, levanto el brazo, disparo a puerta y el golazo sube al marcador. Vivir es fácil con los ojos cerrados.
En esta confusión personal sí tengo, sin embargo, una certeza: Page es completamente sincero cuando lanza sus andanadas contra Sánchez y descarga esas ideas tremendas que todo el mundo entiende y con las que tantos estamos de acuerdo. Yo casi al cien por cien. El líder de los socialistas castellano-manchegos, es verdad, se ha ganado por notables méritos propios una considerable enemistad con el jefe de su partido y presidente del Gobierno en funciones. Merecida y meritoria. Muy valiosa. Y se le agradece a Page que hable tan claro y diga lo que sólo unos pocos se atreven en este PSOE, ni sombra de lo que fue. Es una de las razones, una más, por las que tanta derecha le vota en Castilla-La Mancha.
Sobre la amnistía al fugado, hablando en concreto, ya había dejado Page hace unos días el campo sembrado de minas, pero lo de este miércoles en Albacete ha sido artillería pesada de gran calibre que Sánchez no le va a perdonar. Si puede, servirá su venganza. Son palabras definitivas, un estruendo resonante del barón socialista en Ferraz contra la pretendida indignidad del sanchismo. Un eco que no se apaga tan pronto. Pero yo me pregunto, en el contexto del lío que enreda mi corazón, si tendrá que llegar el momento en el que todo saltará por los aires o si, por el contrario, llegada la hora fundamental, con todo en juego y sin vuelta atrás, las palabras de ahora se desvanecerán como lágrimas en la lluvia y el mal se impondrá sobre el bien. Es decir, qué tiene que pasar para evitar la infamia y la humillación a los españoles.