Soy un perro
“Un hombre paga más de 13.000 euros para convertirse en perro”. Este sorprendente titular pudimos leerlo el año pasado y causó impresión. En agosto de este año ha vuelto a ser noticia porque ahora este hombre que se convirtió en perro ha dado su primer paseo. Y es que es un hombre de nacionalidad japonesa que pagó una gran suma de dinero para hacer realidad su sueño, que no era otro que ser perro. Como la ciencia ha avanzado, pero todavía no lo suficiente pues parece como algo que solo pasa en la ciencia ficción y no es posible. El sueño consistía en hacerse un traje hiperrealista de perro y comportarse como este animal. En eso ha estado estos meses.
También en los últimos años hemos tenido conocimiento en países como Estados Unidos, Inglaterra o Australia, de lo que se conoce como el fenómeno de niños “furry” (en inglés significa peludo) casos de jóvenes escolares que se autoperciben como animales, como gatos, perros y otros animales con apariencia humana. Es muy preocupante. Cada día la realidad supera la ficción.
Noticias que parecen surrealistas y absurdas pero que son reales y que no dejan de ser alarmantes por los problemas de identidad que ocasionan en estas personas. En en muchos momentos originan comportamientos que la sociedad no entiende, provocando actitudes discriminatorias, además de desarrollar trastornos de salud mental en estos jóvenes. Porque son adolescentes que se creen gatos, perros, zorros u otros animales asumiendo el rol de estos animales; y que sobre todo en el ámbito escolar quieren que se les reconozcan sus comportamientos sin ser juzgados o excluidos.
La cultura “furry” es otra de las consecuencias de la ideología de género, que presenta una sociedad sin diferencias de sexo, sino que ahora también en autoidentificarse como un animal, personas que se sienten “furries”, sobre todo adolescentes; bajo el marco de lo que llaman proceso de autodescubrimiento y búsqueda de identidad.
Casos de jóvenes -todavía inusuales pero cada vez más frecuentes- en colegios que necesitan acompañamiento y orientación psicológica ante situaciones complejas de estos niños y niñas que se encuentran en la etapa de su vida en la que están tomando conciencia de su identidad y que pueden derivar en problemas psicológicos, de comportamiento y de relación entre ellos. Pero también es necesaria la ayuda profesional no sólo para los menores, sino para también las familias y para los centros educativos. Hay que saber cómo actuar ante esta nueva realidad que se extiende y nos está pillando a todos sin saber qué hacer. Un mundo nuevo cada vez más desconocido.
Todos necesitamos ser respetados y comprendidos, pero pensemos ¿puede llegar a convertirse en algo normal el fenómeno “furry”? A la vista de los acontecimientos no es descartable. Lo normal ya será anormal, y el sentido común cada vez es el menos común de los sentidos.