Cruz Galdón

Cruz Galdón

La tribuna

¿Quién me regala una escoba?

5 junio, 2024 08:23

Con la llegada del verano surge el deseo que a todos nos contagia de quitar el polvo, eliminar el desorden y comenzar la limpieza de los armarios. Esa profunda limpieza del hogar no es algo nuevo, se trata de una tradición arraigada desde tiempos ancestrales en todo el globo terráqueo.

Y es que los aromas de lavanda y laurel hacen viajar a la niñez, cuando se abrían ventanas y balcones y la casa se ponía patas arriba. Está claro que la primavera y el verano simbolizan un cambio, donde el calor obliga a jalbegar fachadas, sacar brillo a los veladores y poner los cojines limpios en los sofás de los acicalados porches.

Al acrisolar los armarios donde acumulamos miles de trastos y organizar su contenido, nos sentimos limpios y nos aporta una claridad mental y una frescura que hace mucho bien a nuestro interior. Y no es que seamos unos desordenados en invierno, es que la llegada de la luz disminuye nuestra melatonina, ahuyentando a la pereza y activando la necesidad de ver todo en su sitio. Cómo no recordar los tiempos de alfombras sacudidas con todas las veras del alma con aquella especie de raqueta cuyo nombre desconozco.

Asimismo, la limpieza puede llegar a ser terapéutica, no hay nada más que asomarse a las redes para encontrar la generación de “cleanfuencers” donde nos cuentan secretos maravillosos para eliminar suciedades imposibles. Esto me hace pensar que, no solo ayuda al bienestar en el hogar, si no que además nos obliga a concentrarnos en la tarea, a estar en el ahora y a estructurar las labores para llegar al objetivo final, sin dejarlo a medias, porque se trata de una costumbre que hemos heredado.

Antes he mencionado que las limpiezas de primavera/verano se remontan a tiempos ancestrales, y es así. Si les apetece vamos a dar un paseo por el tiempo y por distintos lugares del mundo. Tengo entendido que el origen se encuentra en la Pascua Judía. Creo que tenia que ver con los restos del pan con levadura. Cuando huyeron de Egipto no pudieron esperar a que el pan fermentara antes de su viaje a la libertad, y cada primavera recordaban este hecho con la limpieza profunda del hogar. El segundo hito histórico con el que se relaciona esta tradicional limpieza de primavera es la Semana Santa católica, momento en el que los cristianos limpiaban, tal como siguen haciendo, los altares en el Jueves Santo antes del Viernes Santo. Qué bonitas las casas blanqueadas y engalanados balcones para el paso de procesiones en todos los pueblos de mi sur.

Sigamos con los persas, hace más de 3.000 años que celebraban su Nowruz, cuya tradición incluía el sacudir la casa. Limpieza de los hogares que se remonta al zorastrismo, una de las primeras religiones monoteístas del mundo. En China lo hacían con la celebración del Año Nuevo Lunar, lo que daba paso a la buena suerte y la prosperidad para el nuevo año, hacerlo en primavera suponía espantarla. Y en Tailandia durante el Songkran, que es en abril, en cuya fecha celebran el Año Nuevo, limpiaban a fondo sus hogares, y siguen bañando con agua las estatuas de Buda para aseverar un buen año.

Con todos estos antecedentes es certero decir que la limpieza de nuestra concha de caracol es algo que no solo nos aporta bienestar, sino que además contribuye a aumentar la sensación de felicidad y la esperanza de un tiempo venidero excelente.

Fuera cual fuese el origen de la limpieza general del hogar en primavera, aún mantengo algunas de las costumbres de mis ellas. Porque hay cosas que gracias a Dios con máquinas fascinantes hoy cuestan mucho menos y nos aportan la misma bendición. Así que, abrir ventanas y puertas, sacudir a fondo paredes y ventanas, revisar lo acumulado y tirar lo que no vale es un bonito objetivo que cumplir cada primavera. Rellenar los pocos saquitos de tela bordados por mi madre con lavanda o laurel y besar a través de esos olores a quién tanto me enseñó y quiso, un regalo de la vida del que no quiero prescindir.

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