Emiliano a los puntos
Unos meses después de conquistar por primera vez el campeonato del mundo de los pesos pesados, a Floyd Patterson le propusieron una oferta que no podía rechazar. Una reconocida familia de la mafia neoyorkina envió a un emisario al gimnasio donde entrenaba el campeón para comunicarle que debía cruzar los guantes con un tremendo paquete, un ahijado de un político con influencias en la Gran Manzana que quería relanzar su carrera en el mundillo del boxeo tras innumerables derrotas. Nada mejor para proyectarse que el púgil no besase la lona en una velada contra el campeón de los pesados, acostumbrado éste siempre a concluir los combates por la vía del cloroformo. Naturalmente, por la cuenta que le tenía, Patterson no pudo rechazar la oferta y, según cuentan los cronistas de la época, dejó transcurrir la velada plácidamente dando puñetazos al aire y quitando de vez en cuanto las moscas de la cara al contrincante. La bolsa y la integridad futura del campeón bien merecieron el tongo. Un combate que los árbitros resolvieron como nulo, sin duda aconsejados por los mismos mensajeros que visitaron a Floyd en el gimnasio.
Con las diferencias evidentes de localización, motivos y contendientes, el próximo 30 de septiembre tendrá lugar en Castilla-La Mancha otra velada con visos de perdida estrepitosa a los puntos, en este caso de votos, salvo que el aspirante tire antes la toalla y evite el conteo de protección. Un enfrentamiento que tiene a Emiliano García-Page y José Luis Blanco como aspirantes al título de secretario general del PSOE en Castilla-La Mancha. Un pleito desigual que nos recuerda al combate del boxeador estadounidense que consiguió su primer título mundial nada menos que derrotando a Rocky Marciano.
No obstante a estos pesimistas augurios, la “cuadra” de Pedro Sánchez -que también lleva a Blanco- ha cosechado éxitos importantes en el resto del país con victorias históricas de sus pupilos a la secretaria general del partido en Asturias, Cantabria, La Rioja, Canarias, Castilla y León, Navarra, y Extremadura donde Fernández Vara ahora resulta que apoya al líder madrileño. De la misma forma, aspiran a ganar en Madrid y Galicia cuyas elecciones se celebrarán el mismo día que en Castilla-La Mancha. Pero también ha cosechado derrotas importantes como la de la Comunidad Valenciana, donde el candidato sanchista rodó por los suelos a manos del actual secretario general y presidente autonómico, Ximo Puig.
En Castilla-La Mancha se prevé otro tanto, y también se espera que el combate que enfrentará a los dos candidatos por la secretaria general del partido en la región se salde con una amplia victoria de Emiliano García-Page, que aguarda tranquilo el resultado en la esquina del cuadrilátero electoral. Mas la cada vez mayor consolidación del “pagismo” en esta tierra no debe ocultar la división del partido, especialmente entre los militantes que perciben las maniobras de acaparación y perpetuación en el poder del núcleo dirigente que se ha rodeado el presidente de Castilla-La Mancha.
Unas huestes que tanto han contribuido al éxito de su patrón como al desprestigio y enfrentamiento con el contrincante en esta desigual contienda. Una especie de jefes locales de partido, a sueldo y con cargo en las distintas administraciones, que nos recuerdan a aquellos gobernadores civiles que tanto padecimos durante la dictadura y estertores. Individuos que, en su condición igualmente de jefes provinciales del Movimiento, también se encargaban de marcar y manipular las directrices emanadas del régimen y sus más conspicuos representantes. Primer asalto, segundos fuera.