La Junta desatiende a UGT y CCOO
Las negociaciones de la Mesa Regional sobre las Estaciones de Servicio han fracasado en Castilla-La Mancha. El fiasco se ha saldado con el abandono de la misma de los sindicatos UGT y CCOO. El Gobierno de la Comunidad ha cambiado su idea inicial de no autorizar las gasolineras desatendidas, conocidas también como “fantasmas” por la ausencia de personal, o low cost por los bajos precios que venden el combustible. Una decisión que seguramente será aplaudida por los consumidores.
La Administración regional se alinea así con las recomendaciones de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) y de la Unión Europea que aseguran que la implantación de este tipo de gasolineras aumenta la competencia en el mercado, presiona a la baja el precio de los carburantes, y aumenta con ello los beneficios finales para los usuarios. Así lo constata un estudio para la Comisión Europea que asegura que los precios medios son alrededor de un dos por ciento más baratos respecto a las estaciones de servicio convencionales.
En la Unión Europea ya resulta habitual este formato de gasolineras, una competencia que no ha originado mayores riesgos y sí mejores precios para el consumidor, según la CNMC. El porcentaje de gasolineras desatendidas en España es todavía muy inferior al de otros países europeos con Dinamarca o Suecia a la cabeza donde el 65,9 y el 61,1 por ciento, respectivamente, son gasolineras de este formato. Países, todos ellos, muy preocupados y sensibilizados por la seguridad, calidad del producto comercializado, la integración de personas con incapacidades diversas, o el mantenimiento de los actuales puestos de trabajo. Objeciones que precisamente argumentan los detractores del sistema en España para tratar de limitar o prohibir la instalación de este tipo de gasolineras. Por lo que se ve, también los sindicatos de Castilla-La Mancha.
Las grandes petroleras en este país ya contemplan y aceptan como irreversible el fenómeno de instalaciones de esta clase. Para combatirlo llevan tiempo revolucionando sus estaciones de servicios con el fin de diferenciarlas de las low cost. El objetivo de estos grupos pasa por convertir sus gasolineras en pequeños centros comerciales donde llevar a cabo otras tareas, más allá de repostar el vehículo. De esta forma, han surgido alianzas con distintas empresas de distribución para instalar supermercados en sus instalaciones -Repsol con El Corte Inglés, o Starbucks y Carrefour con Cepsa- además de con grupos de mensajería o alquiler de coches para recogida y entrega de paquetes y vehículos. Y esto solo es el principio.
Ir en contra de un sistema cada vez más extendido y aceptado en la UE por los usuarios, primeros beneficiarios, debería hacer recapacitar a los sindicatos. No se entiende su obstinación por defender un sistema que se está viendo obligado a transformarse de acuerdo con los dictados de un mercado cada vez más exigente y cambiante, como así ya lo reconocen las grandes petroleras de este país. Una contumacia que me hace recordar a aquel aficionado que desde el tendido de Las Ventas abroncaba voz en grito al usía de la plaza por su obstinación en no devolver al corral un toro absolutamente inválido: ¡a quién defiendes, presidente!