BBVA: del campo al banco
Muy atrás han quedado aquellos tiempos donde los directores de los bancos, junto al párroco de la localidad, y el comandante de puesto de la Guardia Civil, eran consideradas las “fuerzas vivas” del pueblo. Visitar al máximo responsable de la sucursal bancaria constituía una liturgia de cuidado, mucho más cuando el paisano iba a pedir un crédito para casar a la hija, o cambiar de tractor. Hoy, sin embargo, a la plantilla de cualquier oficina bancaria- las pocas que van quedando- al margen de ejecutar las rutinarias y habituales operaciones bancarias, se la exige una mayor capacidad y disposición para desarrollar diferentes tareas; lo que se denomina multifuncionalidad. Una praxis que amplía la habilidad y competencias de los operarios, creando trabajadores versátiles que pueden adaptarse a diversas tareas y deberes.
Dentro de este concepto de multifuncionalidad, BBVA ha puesto a vender a sus trabajadores carne de la buena. Nada de mortadela, carne picada, o en conserva, productos cárnicos de alta calidad como chuletones y solomillos de vaca rubia gallega, según anuncia el banco, procedentes de distribuidores de confianza. Más el escaparate del BBVA no acaba aquí. En sus lineales el comprador también puede adquirir a través de esta canal jamones y otros productos como anchoas y atún en conserva. Una compra que la entidad posibilita su financiación hasta en doce meses a un 0% TAE. No es la única entidad que convierte a sus empleados en tenderos. Caixabank y Santander, por el contrario, no tienen por ahora en sus estanterías escaparate de frescos- la merluza y la fruta tendrán que esperar- pero en su mostrador puede encontrar el cliente productos tecnológicos y electrodomésticos diversos. Un tipo de iniciativas que lleva enfrentando hace tiempo a los bancos con la Federación Española de Comerciantes de Electrodomésticos y otros colectivos por competencia desleal.
La multifuncionalidad está cambiando la estética de las oficinas bancarias. Atrás están quedando los elegantes trabajadores que pulcramente acuden cada día a su puesto de trabajo, o aquellos ordenanzas con impecables uniformes y llamativos galones. Del modelo de traje Emidio Tucci y corbata institucional representativa para el trabajo nos tenemos que ir acostumbrando, si la multifuncionalidad no lo remedia, a operarios con gorritos blancos, mandiles de protección o guardapolvos. Todos ellos, naturalmente, con el correspondiente carnet de manipulador de alimentos. Y de la pantalla mostrando los valores bursátiles del día o los tipos de interés vigentes, pasaremos a la pizarra con los precios del kilo de ternera, celular de última generación, o lavadoras con la tecnología más revolucionaria.