Navíos que cambiaron la historia: el buque de la Diputación de Toledo
Nuestro país cuenta con una riquísima historia y tradición naval que se ha visto perfectamente reflejada a través de insignes embarcaciones que han sido protagonistas de gestas históricas. Son los casos, entre otros, de las carabelas Pinta, Niña y Santa María en el descubrimiento de América; el buque Santísima Trinidad, en la batalla de Trafalgar; el buque escuela Juan Sebastián Elcano; o la fragata Canarias, primer barco blindado español. Embarcaciones, en definitiva, que protagonizaron una parte importante de la historia de la navegación de este país.
Ya en nuestro días, otra embarcación, incluso sin haber navegado todavía una sola milla, lleva ya acaparadas muchas controversias, si bien su reflejo histórico no aparecerá en los anales junto al de aquellas gloriosas naves. Sus andanzas pueden contemplarse en lugares bien distintos y distantes, aunque todos antagónicos. Lleva ya la Diputación de Toledo cuatro intentos para colocar al mejor postor una singular embarcación de uso turístico que al anterior presidente de la Corporación provincial, Arturo García-Tizón, mandó construir para botar en un rio no navegable, el Huso, y pasear a los visitantes desde el embalse de Azután hasta el yacimiento arqueológico hispano musulmán de Ciudad de Vascos. Un buque de 14,75 metros de eslora y capacidad para 60 viajeros con motores eléctricos, con paneles para abastecerse de energía solar, silencioso, y ecológico para navegar en este espacio protegido toledano. Otra ocurrencia de quien también pretendía alternar como ganadero de bravo en las plazas más importantes de este país gracias al lote de reses que la Diputación de Toledo adquirió en su día para crianza.
No logra el actual presidente de la Corporación, Álvaro Gutiérrez, -que ya calificó el proyecto de “inviable y rocambolesco”- vender ni a la de cuatro el dichoso barquito –son el número de subastas celebradas hasta ahora para su enajenación- y cuyo precio ya lleva sucesivas rebajas respecto a los 344.850 euros del precio inicial. A pesar de semejantes facilidades la embarcación sigue en el astillero, un extraño con el sello de la Diputación de Toledo entre el resto de naves de recreo allí atracadas. Sugiero al presidente de la Corporación provincial que lo instale en algún puerto de las costas españolas para pasear gratis total a nuestros pensionistas. Un momento propicio ahora que Emiliano García-Page acaba de anunciar que unos meses antes de las elecciones autonómicas y municipales ofertará 10.000 plazas de turismo social con destinos de interior y de costa. Siempre será mejor que esperar a que los subasteros se hagan con la embarcación a precio de saldo.