Podemos Castilla-La Mancha y el camarote de los hermanos Marx
Aunque el escenario es más amplio que el angustioso camarote de los hermanos Marx en la película “Una noche en la opera”, el trasiego escénico por la cabina del barco de tan variopintos personajes bien puede compararse con el que se viene produciendo entre los miembros y facciones de Podemos en Castilla-La Mancha, añadiendo a la andanza regional una buena dosis de inquina.
Aunque los protagonistas en este caso no merezcan honores de celuloide, ni los actores estén interpretando uno de las escenas de humor más absurda, delirante y surrealista de la historia del cine, el desconcierto, la aversión, y el enfrentamiento entre las diferentes facciones orgánicas de la formación en Castilla-La Mancha han estallado definitivamente al hilo de la convocatoria de elecciones para elegir candidatos a las próximas elecciones autonómicas. Unos comicios que por ahora se ha saldado con la exigencia de David Llorente, segundo candidato más votado en estas primarias y uno de los aspirantes a sustituir al actual secretario general en la región, de una auditoría externa de las primarias celebradas y con posibles medidas judiciales por su irregular desarrollo. Una actitud que le puede dejar fuera de la candidatura a la Junta de Comunidades, tal y como ya ha amenazado el partido. El conflicto también ha arrastrado a la dimisión de Cristina Cancho y Laura Lorrio, dos consejeras de Podemos hartas del desprecio y ninguneo de los dos representantes más reseñables en la región: José García Molina, reelegido en estas primarias candidato a la Junta con el 51 por ciento de los votos, y María Díaz, secretaria de Organización de Podemos y ocasional musa de EL DIGITAL, un titulo aún pendiente de reconocimiento oficial. Mientras, IU espera en la puerta de tan conflictivo camarote la solución de una pérfida colisión para poder encajar la confluencia de ambas formaciones en las próximas elecciones autonómicas.
La batalla desatada en Podemos-Castilla-La Mancha por la convocatoria de primarias autonómicas es el penúltimo episodio de una ristra de enfrentamientos que igualmente se vienen produciendo en otras organizaciones territoriales. Una contienda que está cuarteando y desangrando la formación liderada por Pablo Iglesias a pesar de la imagen de regeneración que Podemos pretende proyectar. Una falsa apariencia de unidad dentro de una amalgama perversa de intereses, conflictos ideológicos y de poder que, ante la proximidad de convocatorias electorales, se muestran en plena efervescencia. Unas luchas intestinas que, sin embargo, sitúan a sus líderes dentro de los peores clichés de la vieja política.
Un lamentable modelo de gestión que igualmente abrazan entusiastas los representantes más notorios de Podemos en Castilla-La Mancha, incapaces de convertirse en una formación política solida. Un colectivo en permanente enfrentamiento donde los líos, desencuentros, y las peleas internas nunca se sotierran, y el asalto a los cielos de esta región está aún muy lejos de producirse. A lo sumo, de tal manera, como acólitos turiferarios del gobierno regional.