Cañizares & Gutiérrez, saeteros de la tierra
A falta de saeteros por las calles y plazas de Castilla-La Mancha durante otra atípica Semana Santa, no han faltado ocasionales cantores de este tradicional palo flamenco dedicado a las imágenes de las procesiones. La saeta en este caso no se cantaba desde balcón alguno o de las aceras de nuestras calles. El púlpito institucional ha sido la plataforma elegida en estos días para los lamentos del portavoz regional del PP en Castilla-La Mancha, Francisco Cañizares, y del secretario de organización del PSOE, Sergio Gutiérrez, dos rapsodas que han tomado la pandemia de la Covid-19 como argumento de sus coplas.
De “show mediático” calificaba Cañizares en su actuación la vacunación del consejero de Sanidad de Castilla-La Mancha, Jesús Fernández, y de “más incompetente” al Gobierno regional por su “deficiente planificación y lamentable gestión” de la pandemia. Daba la réplica Gutiérrez al recitador exigiendo “dejar de mentir”, pues el proceso de vacunación en la región, según el socialista, está siendo “ejemplo nacional esta Semana Santa” y la vacunación del consejero “ejercicio de responsabilidad”.
Nueva trifulca entre las dos grandes formaciones políticas de Castilla-La Mancha al hilo de una crisis que asola a la región y con datos de la pandemia no precisamente optimistas para esta tierra. Otro conflicto que nos ofrece el peor de los espectáculos en tiempos de crisis sanitaria y económica protagonizado por la clase política regional. Un enfrentamiento que lejos de mejorar las propuestas de ambas formaciones y su capacidad de liderazgo para enderezar un trance de graves consecuencias, se enzarzan en interminables guerras sin cuartel e imprevisibles consecuencias.
Un circo mediático en permanente representación que contemplan con temor y preocupación los castellano manchegos, incluidos los miles de desempleados, trabajadores en ERTE, y empresas y pequeños comercios arruinados o desaparecidos por la crisis, hartos de tamaña incompetencia. Políticos incapaces de dar respuestas adecuadas a una crisis sanitaria y económica sin precedentes que los ciudadanos piden a gritos. En su lugar, asistimos a continuos y lamentables espectáculos que no conducen a nada, ni a ellos, ni a nadie, y que sirven para demostrar la capacidad de nuestros gobernantes.