"Follar" con enchufadas
"Yo, a follar con empleadas que enchufo en el ayuntamiento". Este es uno de los mensajes que el concejal socialista Zebenzuí González de León, de La Laguna (Santa Cruz de Tenerife), quinto teniente de alcalde y responsable de las áreas de Sanidad, Mercados y Cementerios, publicó por error en un grupo de WhatsApp compuesto por varios militantes del PSOE. Como era de esperar, la Secretaría de Organización del partido, que dirige José Luis Ábalos, suspendió de militancia al González debido a la "gravedad" de los mensajes, pero el concejal sigue en su cargo. Después se ha sabido que, antes de todo esto, el edil intentó borrar el mensaje y eliminar el grupo para no dejar rastro. Si ha salido a la luz fue porque uno de los integrantes del mismo hizo una captura de pantalla y la envió al PSOE a modo de denuncia.
No sé si cuando escribo esto el concejal ha presentado ya su dimisión porque, según creo, se aferra al cargo y al sillón argumentando que ha pedido perdón, pero si no lo ha hecho debería estar en tiempo de descuento.
Cuando fue descubierto dijo que todo fue "una broma, y de bastante mal gusto (...), pero en absoluto debe interpretarse como cierto. Quienes me conocen saben que ese tipo de comportamientos o acciones chocan frontalmente con mi forma de ser", afirmó. Evidentemente, yo no le conozco, pero sí creo en eso tan sencillo de que “por sus acciones les conoceréis” y, aunque fuera cierto, como dijo, que "la conversación transcurrió de forma distendida con un amigo en clave de humor" y que sus "expresiones soeces son solo interpretables en un contexto privado, para nada relacionado con su función pública", está claro que ha mostrado la cara oculta que esconde todo “machista de manual"... y de esos hay de todo tipo y condición en cualquier sector social.
Pero no es lo mismo tener un cargo público que no tenerlo y, en este sentido, sus comentarios tienen una doble lectura: por un lado el abuso de poder tratando a las trabajadoras como mercancía y, por otro, el abuso de autoridad en el sentido de que el precio por su ayuda para encontrar trabajo tiene que ser sexual. Lo que dice claramente este tipo es que el precio del haberlas enchufado es follárselas, con lo que también la expresión soez esconde un trafico de influencias patatero.
No es la primera vez ni será la última que un político saca a pasear su machismo de forma pública o privada, y hay ejemplos de impresentables en casi todos los partido políticos, pero cuando pasa el terremoto mediático la cosa suele quedar en el olvido. ¿Quién se acuerda ya de ese concejal del Bloque Nacionalista Galego en Cambados, Xaquin Charlin González, que en su blog personal se refirió a la vicepresidenta del Gobierno como "Chochito de oro"? O de aquel alcalde de Valladolid, Javier León de la Riva (PP), que dijo de la entonces ministra de Sanidad, Igualdad y Política Social, Leire Pajín, "es una chica preparadísima, hábil y discreta. Va a repartir condones a diestro y siniestro. Cada vez que veo esa cara y esos morritos pienso lo mismo, pero no lo voy a decir". Y como estos comentarios impresentables hay muchísimos casos.
El problema es que los partidos políticos, en vez de ser contundentes con cualquier expresión de machismo, suelen intentar taparlo o que el tiempo deje este tipo de casos en el olvido. "Perlas" similares a las que ha soltado el concejal canario han estado y están a la orden del día, y lo más lamentable es que ese tono apestoso del machismo, a veces directo y otras vergonzante y agazapado, que es aún peor, pervive en el tiempo, como si nada hubiera cambiado.
El día que se aparte fulminantemente de la política a los machistas, cuando los partidos y la sociedad practiquen, de verdad, la "tolerancia cero" con este tipo de personajes y actitudes, podremos decir que las cosas empiezan a cambiar.
Se puede creer que un comentario soez, vulgar, chusco, ofensivo, denigrante y machista no es motivo suficiente para que alguien deje su cargo si se ha hecho en el ámbito privado, pero cabe preguntarse, en esta especie de juego entre doctor Jekyll y Mister Hyde, quién domina a quién y en qué manos estamos.