Castilla-La Mancha también sangra por la herida de Cataluña
La periodista y escritora catalana Mari Pau Domínguez fue una de las presentadoras destacadas de los informativos de Castilla-La Mancha Televisión cuando el medio público regional daba sus primeros pasos de la mano del valenciano Jordi García Candau. CMM debe ser el único medio de sus características que nunca ha tenido un director nacido en la región que lo sostiene y, por contra, no es siquiera imaginable que alguien de Castilla-La Mancha pueda dirigir un medio público de Cataluña ni, seguramente, de ninguna otra comunidad. Eso nos diferencia. O nos diferenciaba.
Castilla-La Mancha es territorio español y puede trabajar en sus centros públicos cualquiera que goce -sí, sí, que goce- de esa condición, sea andaluz, vasco, extremeño, gallego, valenciano o catalán. Como quiera que cada región restringe paulatinamente la contratación de los de fuera, llegando incluso al intolerable caso de aquellas con lengua propia que imponen hablarla y escribirla para poder opositar, Castilla-La Mancha también va reduciendo el número de los no castellano-manchegos que figuran en la nómina de cargos de confianza, de los que no necesitan opositar.
Hasta no hace mucho en la televisión regional abundaban los directivos foráneos que ni se molestaban en dejar de vivir en Madrid. Cobraban sueldazos castellano-manchegos pero vivían, gastaban y cotizaban fuera de Castilla-La Mancha. Por fortuna eso ha cambiado y hoy la lista de directivos, de presentadores y otros puestos de responsabilidad se compone de nombres esencialmente locales. No es que a uno eso le entusiasme, pero sería suicida y estúpido favorecer la presencia de profesionales de otras regiones cuando en algunas de ellas ni siquiera podemos optar los castellano-manchegos a sus ofertas de empleo público. Además, contratar con el dinero de todos a personas de fuera para ocupar cargos de responsabilidad impide invertir en formación y promoción de los profesionales de aquí.
Mari Pau Domínguez acaba de publicar una nueva novela, “La nostalgia del limonero”, que es fruto de una serie de artículos que mandó a la Tercera de ABC sobre la historia de sus padres y la emigración de andaluces a Cataluña. Aquellos artículos tuvieron gran repercusión porque la autora, según sus propias palabras, denunciaba que “estos andaluces, murcianos, etcétera, que habían escapado de la pobreza habían dejado de serlo. Habían acabado sintiéndose catalanes al echar ahí sus segundas raíces (sus hijos). Y, de repente, les dicen que no son españoles. ¿Por qué?, ¿qué derecho tiene nadie a quitarles la patria a estas personas que ya hicieron el esfuerzo de abandonar el lugar del que procedían?”, se pregunta la escritora.
En nuestra tierra queremos que la gente de fuera que trabaja entre nosotros se sienta castellano-manchega y sobre todo que tengan la seguridad de que nunca va a imponerles nadie que dejen de ser españoles. ¡Hasta ahí podríamos llegar! Y sin embargo, hasta ahí, y mucho más allá, ha llegado la esquizofrenia separatista de Cataluña. Ya lo ha dicho Mari Pau en un rotundo titular de prensa: “Toda España sangra por la herida de Cataluña”. También Castilla-La Mancha.