Bono recuerda el 23F y extrae una valiosa enseñanza que no debe perderse
El exministro socialista y expresidente de Castilla-La Mancha, José Bono,aún recuerda el "miedo a perder la vida" que sintió el 23F cuando los golpistas asaltaron el hemiciclo del Congreso, la intentona golpista que vivió en primera persona y que cuarenta años después cree que funcionó como una auténtica "vacuna contra los fascistas".
En 1981,Bono era secretario cuarto de la Mesa del Congreso y aquella tarde vio "la cara al miedo", encarnado en el teniente coronel Tejero, al que tuvo a escasa distancia, pistola en ristre, en la tribuna del hemiciclo, en los primeros momentos del asalto. No duda el expresidente de la Junta de que ante aquel episodio histórico Juan Carlos I estuvo siempre al lado de la Constitución, e invoca una opinión que le transmitió el que fue jefe de su Casa Real, Sabino Fernández Campo, en el sentido de que el monarca pudo ser "desencadenante involuntario" del 23F.
Sobre los ataques que recibe precisamente ahora una democracia que ya tiene 43 años, Bono se muestra tajante. "Es tan evidente que ninguna democracia es perfecta; aunque las palabras de Iglesias no tienen un pase, como no tiene explicación su comparación entre el fugado Puigdemont que vive tan ricamente en el extranjero y los pobres y perseguidos exiliados republicanos al término de la guerra civil", indica.
Desde su perspectiva, "todos somos imperfectos, lo que ocurre es que dentro de la imperfección hay gente con más cara que otra. España está entre las 23 democracias más plenas del mundo y comparar el nivel democrático de la Rusia que envenena a Navalny con la España de la que es vicepresidente es un despropósito. Que Putin e Iglesias coincidieran en el pasado por sus similitudes ideológicas es un hecho, pero que ambos coincidan en la actualidad en atacar la democracia española es inexplicable. Los españoles merecemos dirigentes que valoren el esfuerzo del pueblo por conseguir una democracia sin amenazas".
Sobre el golpe de Estado del 23F, considera que fue "una vacuna contra los fascistas", al tiempo que insiste en que "todos aprendimos algo". En su caso personal, explica que "experimenté emociones que me produjeron cambios importantes. Por ejemplo, quienes hasta ese día habían sido objeto de mis ataques políticos en mítines y discursos, comenzaron a crecer moralmente. El ejemplo más evidente fue Adolfo Suárez, al que la prensa, sus adversarios y sus correligionarios tanto criticamos. 'El tahúr del Mississippi' no se echó al suelo, defendió con valentía su honor como presidente del Gobierno y quizá por ello llegó a concitar la adhesión emocional de la inmensa mayoría de los españoles".
Bono también recuerda que "en los días que siguieron en el Congreso nos percatamos de que los ataques despiadados y los insultos estaban fuera de lugar. La lección era clara: sería deseable que no tengamos que volver a aprender esta sencilla y provechosa regla de convivencia"
Sobre si se podría repetir un acto similar, sobre todo tras las conversaciones descubiertas en chats privados de militares, Bono estima que "no hay riesgo, pero locos hay en todas partes. Que un individuo desee fusilar a media España pone de manifiesto la necesidad de los psiquiatras. España y los españoles estuvimos muy por encima de aquellos 'civilones' liberticidas a quienes un periódico sueco ridiculizó con un titular significativo: 'Un loco vestido de toreador asusta a los diputados españoles'. Y ahora también estamos por encima de los trastornados que amenazan con matar a media España desde sus grupos de WhatsApp".
El pale de Juan Carlos I
En cuanto al papel desempeñado por el monarca Juan Carlos I, siempre puesto en duda, el expresidente de la Junta sostiene que "el rey, tras el asalto al Congreso, se puso de parte de su pueblo y eso es evidente. Si hubiese dudado o se hubiese mostrado tibio, estoy seguro que los militares en altísimo porcentaje hubieran seguido a los golpistas. Juan Carlos, al contrario que habían hecho sus antepasados, se puso de parte de la ley y de los españoles. Alfonso XIII apoyó, cometiendo perjurio constitucional, a su dictador de cabecera Primo de Rivera, y don Juan de Borbón se ofreció a Franco para luchar contra la República en plena guerra civil".