Las elecciones en Andalucía han supuesto un temblor tectónico en el PSOE. El descalabro electoral en uno de sus feudos más tradicionales, ha avivado las voces críticas -sobre todo entre sus barones- ante la pérdida del centro ideológico en favor del nuevo PP de Feijóo con las elecciones regionales a la vuelta de la esquina. Estas dudas afectan directamente al Gobierno de coalición con Podemos, de nuevo en una situación comprometida por las presiones electorales.
La situación actual poco tiene que ver con la fotografía que el Ejecutivo se tomaba el 8 de febrero de 2020 en Quintos de Mora (Los Yébenes). Esta finca toledana perteneciente al Organismo Autónomo Parques Nacionales acogía la toma de contacto informal del primer y vasto Gobierno de coalición que la democracia española había conocido. En él, Pedro Sánchez y Pablo Iglesias encabezaban una reunión de trabajo al frente de un equipo en el que muchas caras han cambiado tras una reforma del gabinete y varias turbulencias.
Este rincón de Los Montes de Toledo, próximo al Parque Nacional de Cabañeros, se ha convertido en las últimas décadas en protagonista callado de importantes encuentros de alto nivel ya fuera en reuniones ad hoc o con el pretexto de una montería. No muy lejos de Quintos de Mora, en su finca Las Navas, el empresario farmacéutico Juan Abelló preparó junto a Mario Conde el asalto a la presidencia de Banesto. El entonces poderoso banquero era dueño de La Salceda, a escasos kilómetros pero dentro del término municipal de Retuerta del Bullaque (Ciudad Real). En la actualidad, esta propiedad pertenece a la familia Villar Mir. Los herederos de Emilio Ybarra, el que fuera copresidente del BBVA o el constructor y empresario taurino Fidel San Román, dueño de El Ventorrillo, son otros 'ilustres vecinos' de la zona.
Al contrario que estos parajes privados, santuarios para los aficionados a la caza, Quintos de Mora siempre ha sido de titularidad pública. Su origen se remonta al siglo XIII, cuando Fernando III el Santo vendió estos terrenos a la ciudad de Toledo por 45.000 maravedíes. Ya en el siglo XIX, durante las desamortizaciones, la finca pasó a manos del ayuntamiento de la localidad de Mora -fue aquí donde tomó su actual nombre- hasta que en 1942 Patrimonio Nacional adquirió definitivamente los terrenos por 700.000 pesetas.
Con la llegada de la democracia, llegó también su apertura al público. El lugar se convirtió en zona habitual de recreo para los vecinos de Los Yébenes y las localidades colindantes, que además de pasear por sus caminos podían visitar un pequeño museo dedicado a la caza en una de las edificaciones de la finca. Al mismo tiempo, ICONA (Instituto la para Conservación de la Naturaleza) comenzaba a poner en marcha programas de investigación y cría de especies autóctonas como el ciervo o la perdiz roja con las que posteriormente se han repoblado numerosas zonas de la península.
En su dehesa crecen de forma naturales encinas, junto al roble melojo y espacios de jarales, brezales y pinares. Este ecosistema le convierte en hábitat de ungulados como ciervos ibéricos y corzos, además de búhos reales y buitres negros. De manera ocasional, el área también es visitada por águilas reales e imperiales.
El viaje de Felipe a Japón que cambió todo
A finales de la década de los 80 de pasado siglo, Quintos de Mora fue cerrando de manera paulatina sus puertas al público para convertirse en refugio de presidentes. Curiosamente, esa transformación tuvo su origen a miles de kilómetros de la raña toledana. En 1985, el entonces presidente del Gobierno Felipe González llevó a cabo un viaje oficial a Japón junto a su esposa Carmen Romero. En él, el emperador Hiro Hito y el Primer Ministro Yasuhiro Nakasone le descubrieron la técnica ancestral de los bonsáis, una disciplina que a partir de entonces se convertiría en su gran pasión con la finca como banco de pruebas.
"Cuando ve un árbol entre dos piedras y con un tronco con estilo, lo saca y trasplanta. Lo escayola para que no sufra y lo convierte en bonsái," aseguraba un trabajador de la finca a la revista Bisagra en diciembre de 1990. De aquella época todavía se conserva un grupo de cuatro madroños trasplantados en la entrada a la residencia junto a la icónica escultura de un ciervo que presiden los posados que distribuye Moncloa.
Más allá de dar rienda suelta a su pasión por los árboles en miniatura, González también vio en este sitio el lugar perfecto para llevar a cabo encuentros discretos. En 1993, pactó con el entonces juez Baltasar Garzón su 'fichaje' por el PSOE con el entonces presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha José Bono como anfitrión.
Si Felipe González fue el que se fijó en Quintos de Mora, su sucesor José María Aznar fue quien lo puso en el foco mediático. El primer presidente del PP eligió Los Montes de Toledo para agasajar a algunos de los mandatarios más poderosos del momento como Jacques Chirac (Francia), Tony Blair (Reino Unido), Benjamin Netanyahu (Israel) y George W. Bush (EE. UU.), en una visita que se produjo en los prolegómenos de la invasión a Irak. De aquel encuentro ha quedado en el imaginario las declaraciones de la Secretaria de Estado estadounidense Condoleezza Rice refiriéndose a la finca como "el rancho de Aznar."
En la transformación de la finca durante esta época tuvo mucho que ver la entonces ministra de medioambiente Isabel Tocino. Diputada por Toledo entre 1993 y 2004, adecuó la zona residencial con reformas de calado que incluyeron la construcción de una piscina y la instalación de aire acondicionado.
El siguiente inquilino de Moncloa, José Luis Rodríguez Zapatero, visitó la finca en menos ocasiones. Su presencia se redujo a la recepción del presidente de Brasil Lula da Silva previa visita a Toledo y su elección como destino de vacaciones junto a su familia.
Curiosamente, Mariano Rajoy nunca visitó Quintos de Mora durante su etapa como presidente del Gobierno pero sí que mantuvo un encuentro en 2003 con Aznar, concretamente el mismo día que se conoció que era el próximo candidato del PP en las elecciones generales.
Seguridad y discreción
Son varias las razones que han llevado a los últimos presidentes del Gobierno a fijarse en este enclave. Se trata de un lugar no muy alejado de Madrid (150 kilómetros) que asegura la discreción y permite altos estándares de seguridad. La única manera de acceder por tierra es a través de una entrada vigilada por la Guardia Civil. Por el resto de flancos, las edificaciones están protegidas por las montañas de Los Montes de Toledo.
Incluso en Los Yébenes, localidad a la que pertenece la finca y cuyo núcleo urbano se encuentra a unos 40 kilómetros, estas visitas suelen pasar casi desapercibidas. "A veces nos enteramos de que está el presidente porque vemos pasar el helicóptero," asegura entre risas el alcalde Jesús Pérez, quien reconoce que "no nos notifican nada de manera oficial por motivos de seguridad" pero que "extraoficialmente sí tenemos conocimiento."
Para este político, también perteneciente al PSOE, estas visitas -la última hace menos de un mes para preparar la cumbre de la OTAN junto al secretario general de la OTAN Jens Stoltenberg- ponen el relieve que "Los Yébenes es un lugar con un potencial natural privilegiado" e idóneo para encuentros de alto nivel más o menos discretos.