Quien le iba a decir a Natalia, cuando de niña su abuela la llevaba a la procesión de la Virgen de la Esperanza que, años después, convertida en arquitecta, volvería como vecina a la toledana plaza de San Cipriano tras rehabilitar la casa-carbonería adosada a la iglesia que da nombre a este enclave del Casco histórico, próximo a la sede de las Cortes de Castilla-La Mancha.

Hoy, su abuela se sienta en el poyete de entrada a la entrada del hogar que forman su nieta y Joaquín a recordar viejos tiempos de una tradición mariana familiar que se remonta a la bisabuela de Natalia, que venía con devoción desde Escalona.

“Cada casa tiene su historia y su magia porque nunca sabes lo que te vas a encontrar”, asegura Natalia Rodríguez Ortiz de Guinea, que junto con Joaquín Vargas Jareño son los protagonistas de la recuperación de un inmueble que no ha sucumbido al preocupante fenómeno de la turistificación del Casco histórico de Toledo y que ha recibido el premio a la mejor rehabilitación otorgado por el Colegio Oficial de Arquitectos de Castilla-La Mancha (COACM).

Natalia Rodríguez y Joaquín Vargas posan en la escalera de caracol que según el jurado de los premios “transforma una carbonería en una vivienda de hoy”.

Natalia Rodríguez y Joaquín Vargas posan en la escalera de caracol que según el jurado de los premios “transforma una carbonería en una vivienda de hoy”.

La aventura

La aventura de Natalia y Joaquín comenzó en octubre de 2019 cuando adquirieron el inmueble al que ha dedicado dos años de su vida casi sin descanso, incluidos fines de semana. La intervención ha transformado en su hogar esta-casa carbonería cuyos orígenes datan del siglo XVII, época en la que la iglesia de San Cipriano, ahora declarada Bien de Interés Cultural, fue totalmente reconstruida por Carlos Venero y Leyba, canónigo de Toledo.

Fue entonces cuando también se construyeron las dependencias de alrededor del templo, incluido este edificio, que ha ido creciendo a lo largo del tiempo con incorporaciones fechadas en los siglos XVIII, como el cuerpo funcional, el XIX y el XXI. Y es que la segunda planta del edificio es de nueva construcción.

 “Ha sido un reto. Hacer un edificio de nueva planta es como encontrarte con un folio en blanco, pero cuando te enfrentas a una rehabilitación en el Casco es empezar a descubrir y amoldarte al respeto a la sucesión de culturas y de generaciones”, explica Natalia, que además de ser la arquitecta del proyecto junto a Joaquín se ha encargado del diseño del mobiliario, incluido el de la propia cocina, extendiendo la excelencia a la decoración de los espacios.

Joaquín Vargas junto a Javier Vellés, su maestro, pintando a la cal el trampantojo de la fachada respetando la paleta de colores que se utilizaron en el de origen.

Joaquín Vargas junto a Javier Vellés, su maestro, pintando a la cal el trampantojo de la fachada respetando la paleta de colores que se utilizaron en el de origen.

El proyecto

La rehabilitación ha consistido en la restauración, conservación y consolidación de los elementos de interés del inmueble, la demolición las distribuciones espaciales internas con el objeto de obtener espacios lo más diáfanos posibles y en la ampliación del volumen con una nueva planta en altura.

En la nueva distribución de la vivienda, la planta sótano, que antes albergaba la carbonería, acoge un taller y un pequeño aseo. En esta estancia se ha ejecutado un forjado y muro sanitario conectado con un recuperador entálpico para hacer varios ciclos de aire, debido a la humedad transmitida por la roca madre de granito. También se ha recuperado un arco del siglo XVII y la puerta antigua de acceso a este antiguo almacén de carbón.

En la planta de acceso a la vivienda se encuentra la cocina y el comedor, dos de las estancias en las que se desarrolla la vida cotidiana de esta pareja de arquitectos. En la primera planta, en el primer volumen, se sitúa la antesala al sueño, junto con el baño de la vivienda; y en el engalaberno, el dormitorio principal. Y en la segunda planta, de nueva construcción, se ubica un salón-estudio con salida a la terraza con vistas al valle de Toledo.

La escalera y el pasamanos fueron construidos por Joaquín Vargas, profesor de la asignatura de ‘Construcción en madera’ de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Castilla-La Mancha.

La escalera y el pasamanos fueron construidos por Joaquín Vargas, profesor de la asignatura de ‘Construcción en madera’ de la Escuela de Arquitectura de la Universidad de Castilla-La Mancha.

‘Hazlo tú mismo’

Los trabajos de rehabilitación bien podrían haber servido para grabar la versión española de ‘Nuestro propio Castillo’, un ‘docureality’ en el que la familia Strawbridge deja atrás un piso de dos habitaciones en Inglaterra y se traslada a vivir a un castillo de 45 habitaciones en el norte de Francia en estado semirruinoso, que van reformando temporada a temporada.

Y si no que se lo digan a Joaquín, que además de arquitecto y autopromotor ha hecho de albañil, de pintor del trampantojo de la fachada ayudado también por el arquitecto y maestro Javier Vellés, pero, sobre todo, de carpintero. Y es que la madera es una de sus grandes pasiones y la protagonista, sin duda, de la rehabilitación de esta casa-carbonería.

“He sido carpintero de armar porque la madera está presente en la estructura y he sido ebanista ya que también he montado la escalera interior de caracol que une las diferentes plantas”, explica Joaquín, que es profesor de ‘Construcción en madera’ en la Escuela de Arquitectura del campus de Toledo de la Universidad de Castilla-La Mancha, un material que está recuperando protagonismo en las construcciones modernas.

La nueva distribución de la vivienda apuesta por los espacios diáfanos.

La nueva distribución de la vivienda apuesta por los espacios diáfanos.

“Está remontando porque es un material de huella cero. La madera es un almacén de carbono”, subraya Joaquín. Y es que mientras un árbol crece absorbe enorme cantidad de dióxido de carbono, que almacena en la madera, por lo que se trata de un material clave en la lucha contra el cambio climático.

“Para mí es el mejor material que hay porque nos está dando de vivir. Los árboles recogen lo que nosotros expulsamos cuando contaminamos y lo convierten en oxígeno a través de la fotosíntesis. La gente piensa que talar árboles es acabar con los bosques, pero no es así. Una hectárea de bosque nos está dando metros cúbicos de madera anualmente si se tala de manera sostenible”, concluye.

Pasión por la madera

Una pasión por la madera que también viene, como explica Natalia, de una estancia en Finlandia en el verano de 2019. “Nos impregnamos mucho de la arquitectura finesa, porque allí todo se hace con madera. La cultura en España no lo tiene tan asimilado, pero eso te plantea también por qué no hacerlo aquí”, explica Natalia. Una reflexión que completa Joaquín recordando que también en Toledo se ha utilizado tradicionalmente la madera, “concretamente del pino silvestre que venía del propio Tajo”.

Uno de los grandes trabajos realizados en madera es la nueva cubierta de la casa realizada en carpintería de armar española, tradicional en Toledo de par hilera y con cuadral y aguilón.

Una técnica que, “pese a ser una maravilla, está desapareciendo en el Casco histórico de Toledo”, lamenta Joaquín, que insiste en que en todo el proyecto de rehabilitación pivota y reivindica los oficios, muchos de los cuales se encuentran en fase de desaparición ante la falta de relevo generacional ante la falta de expectativas laborales. Una supervivencia a la que tampoco contribuyen decisiones de las administraciones públicas como la de subvencionar en el Casco la instalación de ventanas de PVC imitando a madera. “Luego nos quejamos de que ya no quedan carpinteros”, lamenta.

La rehabilitación del inmueble ha permitido la construcción de una segunda planta. Su tratamiento de color en la fachada permite discernir lo moderno de lo antiguo, manteniendo así una superposición de capas históricas.

La rehabilitación del inmueble ha permitido la construcción de una segunda planta. Su tratamiento de color en la fachada permite discernir lo moderno de lo antiguo, manteniendo así una superposición de capas históricas.

Historia de una escalera

También es digno de destacar el trabajo artesanal que hay ejecutado en la escalera, el eje vertebrador de la vivienda, puesto que conecta el sótano hasta la planta segunda y que convierte la pared en la que se apoya en una enorme biblioteca llena de libros. De hecho, el fallo del jurado cita textualmente que es precisamente esta escalera la que “transforma una carbonería en una vivienda de hoy”.

Este original elemento alrededor del cual se distribuyen todos los espacios de este nuevo hogar diáfano y luminoso, está integrado por módulos de peldaños, compuestos por huellas de madera contrachapada de abedul, viga laminada de pinus pinea y mamperlán de roble ensamblado con lambeta de roble a la huella de abedul.

El pinus pinea ha sido también la madera elegida para la viguería, que tuvo que sustituirse en su totalidad, debido a que las cabezas de las vigas estaban podridas unas y otras atacadas por las termitas.

La minuciosidad de la intervención también es visible en la fachada. Tras sanear todos sus elementos de madera se enlució toda de mortero de cal y se pintó a la cal el trampantojo que había de origen, dejando la segunda planta, de nueva ejecución, sin pintar para discernir lo moderno de lo antiguo, manteniendo así una superposición de capas históricas. En cuanto a la paleta de colores se utilizaron los originales: gris granito, naranja dorado, beige piedra, rojo ladrillo y rojo teja.

Uno de los grandes trabajos realizados en madera es la nueva cubierta de la casa realizada en carpintería de armar española, tradicional en Toledo de par hilera y con cuadral y aguilón. Una técnica que está desapareciendo en el Casco histórico de Toledo.

Uno de los grandes trabajos realizados en madera es la nueva cubierta de la casa realizada en carpintería de armar española, tradicional en Toledo de par hilera y con cuadral y aguilón. Una técnica que está desapareciendo en el Casco histórico de Toledo.

Esfuerzo que tiene recompensa

Todas las horas y el esfuerzo realizado por Natalia y Joaquín han tenido su justa recompensa con un galardón que no esperaban y que, sin duda, contribuirá a que el nombre de ‘Woodmind Studio’ (WM Studio), el estudio de arquitectura al que están dando forma, sea conocido por su excelencia a la hora de proyectar y ejecutar los trabajos.

“Creíamos que nuestro proyecto optaba sólo al premio en la categoría de arquitectos emergentes, porque nos enfrentábamos a estudios con mucho nombre, pero cuando nos dieron el premio en la categoría senior fue muy emocionante, porque este tipo de distinciones te dan fuerza para seguir. Ves que se valora el trabajo, el buen quehacer del oficio y todo el esfuerzo que hay detrás de un proyecto de este tipo que ha sido un auténtico campo de experimentos”, señalan al unísono.

En la planta de acceso a la vivienda se encuentra la cocina y el comedor, dos de las estancias en las que se desarrolla la vida cotidiana de esta pareja de arquitectos.

En la planta de acceso a la vivienda se encuentra la cocina y el comedor, dos de las estancias en las que se desarrolla la vida cotidiana de esta pareja de arquitectos.

Receta contra la turistificación y la getrificación

Un reconocimiento que no sólo llega de los compañeros de profesión, sino que también lo han obtenido de los vecinos del entorno de San Cipriano, que, cuando vieron los primeros andamios, sospecharon que la antigua carbonería de Pedro, como se la conocía en el barrio, se iba a terminar convirtiendo en apartamentos turísticos. Un problema, el de la turistificación y el de la gentrificación que, tanto Natalia como Joaquín, consideran que es todavía reversible.

En su opinión, la receta pasa por mantener la proporción entre residentes en el Casco y turistas y “generar núcleos de aparcamiento en torno a los cuales se creen unos servicios que faciliten a los vecinos del Casco histórico poder comprar”. Una proporción que también debe mantenerse en cuanto a la tipología de los comercios. “No puede ser que haya cincuenta heladerías”, sostiene.

Un proyecto vital y arquitectónico que no hubiera sido posible sin las subvenciones a la rehabilitación del Consorcio de la Ciudad de Toledo y de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha en materia de eficiencia energética. Unas ayudas que son necesarias, pero cuya tramitación administrativos debe simplificarse. “Hay que ponerlo más fácil porque hay muchos requerimientos”, señala Joaquín, que también considera que el Ayuntamiento de Toledo debe reforzar el personal técnico adscrito a la Concejalía de Urbanismo.

Pero pese a todos los obstáculos, incluidos los registrales, esta casa-carbonería, de la que hubo que sacar paladas de carbón reluce como una de las joyas escondidas del Casco, cuya autoría tiene nombre y apellidos.