Un castelano-manchego escribe un curioso diccionario después de pasar por la cárcel (como trabajador)
Ediciones El Drago lleva a las librerías 'Sociología de la España Mandinga', un curioso diccionario del lenguaje carcelario, del que su autor, el conquense Eulalio López, se vale para radiografiar la España de finales del siglo pasado.
Dotado de un inteligente y pirotécnico sentido del humor, y pertrechado de una erudición enciclopédica, este celtibérico repertorio léxico ordenado alfabéticamente, tan singular en su transversalidad como original en su propuesta, supone una radiografía de la delincuencia en España, también de la delincuencia de un sistema pergeñado para reprimir la delincuencia.
Según ha informado en nota de prensa la editorial, a lo largo de sus más de 500 páginas, en 'Sociología de la España Mandinga' se entretejen en asombroso maridaje un culteranismo casi extinto con un habla hampona y marginal para alumbrar un volumen en el que conviven con eficacia y naturalidad un nutrido ramillete de disciplinas que van desde la filosofía pura hasta la criminología pasando por la música o la poesía.
Este particular diccionario explica y transmite el habla de las prisiones, que es el de una parte nada despreciable de España, cuyo argot padre es el caló, según el autor: "Caliente o calorro, descendiente de la antigua germanía, jerga propiamente delincuencial, un lenguaje capucha".
Como explica en el prólogo Antonio Lázaro Cebrián, Eulalio López consigue con su libro preservar y transmitir estas subculturas y el lenguaje que les es propio, pero no sólo: también ofrece a sus protagonistas la posibilidad de expresarse en primera persona, y lo hace desde la autoridad que le otorga haber vivido de primera mano como funcionario de prisiones lo que entre los muros de las cárceles españolas se susurra y que él ha sabido como nadie escuchar.
Eulalio López (Cuenca, 1950) fue el cuarto hijo y el primer chico de una familia de agricultores. Antes de dedicarse a la política y a la gestión cultural, aunque después de escribir poesía y devorar libros, pasó por la Escuela Superior de Ingenieros de Caminos y por Industriales.
Cursó estudios superiores de Criminología y acabó trabajando en Carabanchel, para recalar luego en las prisiones de el Refor, Albacete y Cuenca, donde ejerció de Jefe de Servicios desde 1985.