La increíble historia de Mónico, el manchego cuyo invento sigue salvando vidas
La historia se escribe a partir de pequeños detalles que muchas veces desconocemos. La aportación de personas anónimas cuyos nombres no suelen aparecer en los libros de historia pero que han aportado su granito de arena para llegar a donde estamos hoy.
Uno de esos nombres bien podría ser el del ciudadrealeño Mónico Sánchez, quien en su día habló de tú a tú a inventores de la talla de Nikola Tesla o Thomas Edison. Su principal invento, reducir al tamaño de un maletín portátil una aparatosa maquinaria de Rayos X que pesaba media tonelada. Hoy día, este aparato es vital en el proceso de intubación de los pacientes más graves con covid.
Por eso, El Español le dedica este sábado un interesante reportaje en el que desgrana la vida de este hombre nacido en Piedrabuena en 1880, cuyo invento sigue salvando vidas y que en 1961 falleció en su localidad natal tras una vida plaga de éxito en lo profesional pero trágica en lo personal.
Parte de sus aventuras las acaban de publicar su nietoEduardo Estébanez y el periodista ciudadrealeño Manuel Valero, antiguos compañeros de instituto enPuertollano.
Su magnética historia comienza cuando Mónico decide matricularse en la Escuela de Ingenieros Industriales de Madrid tras un mal de amores en San Clemente (Cuenca), donde su espíritu emprendedor le llevó a montar su primer negocio. Sin embargo, una huelga le llevó a matricularse a distancia en un curso impartido desde Londres. Su profesor, viendo sus buenos resultados, le recomendó para trabajar en Nueva York en la eléctrica Van Houten, por la que 'fichó' con 24 años.
Allí desarrolló el 'portátil', lo que le ha llevado a entrar en los libros de historia de la Ciencia Médica.Mónico Sánchezobtuvo la patente norteamericana de suAparato portátil de Alta Frecuencia y Alto Potencialel 12 de febrero de 1909. Expuso en la Feria delMadison Squarea lado del stand deThomas Edison.“Cuatro años después de su llegada aAméricaa bordo del Reina de los Mares como un inmigrante más que hubo que pasar el filtro pobre de la Isla de Ellis, le había dado una patada a la puerta de la historia para que le hiciera sitio donde anotar su nombre”, escriben los autores.
Como recalcan en el reportaje, este invento salvó miles de vidas en la Primera Guerra Mundial, donde el ejército francés llegó a incluirlo en sus ambulancias.
En 1912, tras participar en el proyecto de teléfono sin hilos de Collins,había recogido sus bártulos de EEUU y había vuelto a casa. Millonario, pero con intacto espíritu emprendedor. Y enamorado de una chica de su pueblo, porque a pesar de sus años en EEUU, había recalado algunos meses enPiedrabuena.En esos viajes se había ennoviado conIsabel, reacia a irse a hacer las Américas. Mónico montó su laboratorio y la central eléctrica en el pueblo:Laboratorio Eléctrico Sánchez.Llevó la luz a los suyos y abrió un cine, recuerdan.
El florecimiento de sus laboratorios se vio truncado por la Guerra Civil y por sus tragedias personales, ya que perdió a cinco de sus seis hijos. Pese a que Mónico regresó a EEUU, tras la guerra, la endiablada situación política no le permitieron alcanzar el éxito de su primer viaje.
La historia de novela del que fuera presidente de la Cámara de Comercio de Ciudad Real hasta su muerte en 1961 y que ahora recuperan Manuel Valero y Eduardo Estébanez.