Las urnas han confirmado este domingo lo que predecían las encuestas: el liderazgo en el País Vasco de la coalición Unidos Podemos, que gana en los tres territorios y se hace con un tercio del total de diputados, seis de 18 y uno de cada tres votantes. La formación de Pablo Iglesias, que arrasó en número de votos el 20-D consigue en esta segunda vuelta, gracias a su entente con Izquierda Unida, revalidar su triunfo y traducirlo también en escaños, rebasando al PNV.
Con esta prueba superada es evidente que los izquierdistas no sólo han venido para quedarse también en Euskadi sino que pretenden arrebatarle la hegemonía al PNV y asaltar Ajuria Enea. El resultado de las autonómicas de otoño, donde no se vota en clave nacional, será decisivo para demostrar hasta donde llega su fortaleza en la comunidad autónoma vasca. Por de pronto han exhibido en esta comunidad nacionalista mayor implantación y resistencia que en el conjunto de España a la vista de lo ocurrido el 26-J donde sólo Cataluña y País Vasco se tiñen de morado.
EH BILDU, LA GRAN DERROTADA
Unidos Podemos se coloca en primera posición , con 6 diputados, uno más que el 20-D, y relega al PNV a un segundo puesto, con 5 escaños, uno menos, superándole también en Bizkaia, el feudo por excelencia del partido de Ortuzar, que resistió hace seis meses la embestida de la organización de Iglesias.
EH Bildu no se recupera del batacazo recibido en diciembre y se aferra a sus dos únicos escaños; el PP mantiene sus posiciones, con otros dos; y el PSE-EE, que ha estado a punto de perder el alavés, lo secunda con tres y consolida el obtenido por el expresidente del Congreso, Patxi López, al que la encuesta del CIS dejaba fuera de las Cortes.
Por culpa de unos cuantos votos alaveses Podemos e Izquierda Unida no rentabilizan al máximo su coalición, ya que hace seis meses la suma de los dos partidos le hubiera otorgado un diputado más por este territorio gracias a la ley D´Hondt. Por un escasísimo margen no lo ha conseguido.
La gran derrotada, la única que pierde en porcentaje, es una vez más EH Bildu cuya estrategia de designar nuevos candidatos en Álava y Bizkaia -Mikel Otero y Oskar Matute- con un perfil más izquierdista que independentista, no ha dado resultado y no ha podido recuperar ninguno de los cuatro escaños perdidos en diciembre. Se han dejado 30.000 votos, aunque el descenso de la participación, del 1,7% [del 69 al 67,43%], relativiza un poco el golpe de casi dos puntos, ya asumido por sus dirigentes en una pronta comparecencia de la diputada por Gipuzkoa, Marian Beitialarrangoitia.
La foto final en Euskadi es muy similar a la imagen arrojada por el 20-D. Lo único que cambia en la representación vasca en el Congreso es el asiento arrebatado por la coalición de Iglesias-Garzón, o Nagua Alba- Isabel Salud, al PNV vizcaíno.
Su traslación al Senado es parecida: los 5 senadores de Podemos se convierten en 6 para la coalición izquierdista, mientras que el PNV se queda con 5 y pierde uno y el PP mantiene el suyo, el alavés Iñaki Oyarzábal.
Como era previsible y ya ocurrió antes Ciudadanos no logra representación. No tiene implantación en el País Vasco, ni cuadros ni estructuras, y para el partido de Rivera ésta es una comunidad maldita desde que desvelara sus planes, luego matizados, de abolir el Concierto Económico.
EL ESCAÑO QUE BAILABA
No es casual que prácticamente todos los partidos iniciaran su campaña en Vitoria. Conscientes de la volatilidad del voto alavés sus líderes se centraron en el territorio vasco que hasta la irrupción de Podemos actuaba más en consonancia con el conjunto del electorado español, votando casi siempre al partido ganador.
Algunos vecinos del barrio obrero de Arana vieron a Pedro Sánchez tocando sus puertas y Pablo Iglesias llenó la Plaza Nueva vitoriana en su único mitin en el País Vasco. Estaba en juego un escaño, el del socialista Javier Lasarte. La lucha ha sido muy reñida durante toda la noche. Para conseguir su segundo puesto en el Congreso Unidos Podemos debía doblar en porcentaje a la cuarta fuerza el PSE-EE. No lo ha logrado por pocas décimas. El acta ha estado bailando durante todo el escrutinio; tan sólo unos cientos de votos inclinaban el resultado a un lado o a otro hasta que la balanza ha caído directamente en el área socialista.
En Álava el PP conserva su representante y el PNV el suyo En Bizkaia el PNV ha perdido su hegemonía y ha dado paso a la marea morada, mientras que socialistas, populares y la coalición abertzale mantienen su asiento en el Congreso de los Diputados. En Gipuzkoa no ha habido cambios: Unidos Podemos y PNV empatan a dos escaños y EH Bildu y PSE-EE repiten el suyo.
UN SONDEO ERRÓNEO
Los resultados cambian sustancialmente respecto a la primera aproximación conocida poco después de las ocho. El sondeo a pie de urna de la FORTA dejaba al PP sin escaño en Álava, el territorio del candidato y ministro Alfonso Alonso más permeable a los populares, y daba a EH Bildu la posibilidad de obtener hasta cuatro escaños. Sorpresa en ambos casos, cuya falacia quedo en evidencia nada más conocer los primeros datos verdaderos.
EL DISCURSO GANADOR DE PODEMOS
El 20-D vistió ya de morado al País Vasco. Podemos cosechó en Álava incluso su mejor resultado porcentual en España. Su alianza con Ezker Anitua (Izquierda Unida) no radicalizó sino que moderó su discurso esta campaña de forma paradójica, en una estrategia de ocultación denunciada por el PSE-EE. Hasta el punto de que Iglesias se presentó en Vitoria representando al partido “de las instituciones, de la ley y el orden”.
Su formación eliminó de la campaña el lenguaje de la casta. Sus candidatos, Nagua Alba, Eduardo Maura y Juantxo López Uralde, hablaron de empleo, de energías renovables, de justicia social, de violencia de género, de corrupción. ..También lo hicieron sobre el derecho a decidir, pero sin aclarar cuál es su modelo territorial, debate que Alba supo rehuir refugiándose en su candidez de joven novata y que Pablo Iglesias compensó en Vitoria con gestos tan artificiales como el beso estampado a la ikurriña, tras la acusación del PNV sobre el mensaje tan poco plurinacional – “la sonrisa de un país” , en alusión a España- del lema podemita.
Su mensaje ha calado en el electorado, a diferencia del de EH Bildu, cuyo giro hacia un soberanismo social, que ha relegado a un segundo plano el debate identitario y los presos, no ha sido premiado por la ciudadanía. Arnaldo Otegi, el líder excarcelado y reivindicado pero ocultado en esta campaña, había pronosticado: “Si el independentismo saca un rayo de sol, en otoño [refiriéndose a las elecciones vascas] seguirá el verano”. Según las palabras del candidato a lehendakari, el mal tiempo continuará.
LA RESISTENCIA DEL PNV
El PNV, aunque ha perdido un escaño, ha sabido resistir la marea morada en unas elecciones jugadas en liga nacional, nada proclives para el nacionalismo. El partido de Ortuzar se conformaba con mantener el grupo parlamentario y lo ha conseguido, igualando su porcentaje de votos, del 24,9%. “Nuestro esfuerzo no ha sido baldío”, ha dicho su presidente al juzgar los resultados tras una campaña “desigual y dura”, en la que el PNN ha evitado la confrontación con Podemos y ha jugado a vestirse la elástica verde de la selección vasca para reclamar “la defensa de la portería de Euskadi”. Ha sido el PNV frente a los “cuatro magníficos”, los locales frente a las “franquicias”, “ellos o nosotros”, poniendo en valor la capacidad de pacto de la formación nacionalista con la que pretende incidir en el panorama nacional.
Está por ver la capacidad de influencia de sus cinco diputados, cuya única línea roja para la conformación de un gobierno, según lo anunciado, será la “agenda vasca”: transferencias, renovación de la ley del Concierto , la liquidación del Cupo , inversiones para el territorio vasco y respeto para un nuevo estatus de relación bilateral con el Estado, pactado previamente en la Cámara de Vitoria.
LIGERA RECUPERACIÓN
Finalmente, PP y PSE –EE han logrado no perder posiciones pese a su difícil coyuntura en el País Vasco, donde cada vez se encuentran más debilitados. Pedro Sánchez, Antonio Hernando, César Luena, Ángel Gabilondo, Miquel Iceta…Los líderes socialistas acudieron en esta repetición electoral en apoyo de un PSE-EE cuesta abajo desde las elecciones autonómicas de 2012. Ferraz se ha volcado en el respaldo de los socialistas vascos tanto como ellos contribuyeron a que accediera a la secretaria general del partido.
El PSE-EE ha luchado contra los sondeos que le condenaban a quedarse sin representación en Álava y amenazaban su escaño en Bizkaia. Su objetivo ha sido restar credibilidad a su mayor contrincante, Unidos Podemos, e impulsar la participación y movilizar a su electorado y al 30% de indecisos para rebasar el suelo de los 161.988 votos recogidos el 20-D.
Pese al descenso de afluencia en las urnas el PSE-EE ha crecido en 1.640 votos y un punto en pocentaje de la confianza depositada por la ciudadanía. Igual alivio experimenta el PP , que sube también en votos y porcentaje y recupera algo de oxígeno para próximas contiendas.
Su mantra de que votar a Ciudadanos en Euskadi era “tirar el voto a la basura” ha tenido un éxito relativo, ya que ha restado al partido de Rivera casi un punto y casi 10.000 votos, pero la formación naranja ha retenido más de 40.000.
CAMBIO DE CICLO
La fortaleza demostrada en las urnas por la coalición de izquierdas morada y el declive sostenido con ligeras variaciones de los partidos tradicionales de ámbito estatal anticipan un nuevo escenario para las autonómicas de octubre.
El eje entre nacionalismo y constitucionalismo que ha marcado la política vasca hasta al menos el abandono de ETA de las armas en 2011 deja paso a una división mucho menos clara, entre nacionalistas y plurinacionalistas, y arrincona a las formaciones que no son partidarias del derecho a decidir .
Si consideramos el 26-J como la primera vuelta de las próximas autonómicas vascas, el empuje de Podemos introducirá grandes cambios en el tablero público y empezará un nuevo ciclo en la política del País Vasco.
“Nunca antes el PNV había perdido dos elecciones de manera consecutiva”, ha señalado la dirigente de Podemos Euskadi, Nagua Alba.
Un claro aviso dirigido al lehendakari Urkullu, que en breve disolverá el Parlamento Vasco y convocará elecciones.