A escasos cinco días del inicio de la Cumbre del Clima en Glasgow (Escocia), Naciones Unidas mandó un mensaje de alerta. En su informe sobre emisiones advertían que, en base a los nuevos compromisos entregados por los países, el mundo estaba lejos de alcanzar el objetivo límite de 1,5ºC de aumento de las temperaturas. Es más, situaba este incremento en 2,7ºC.
Desde entonces, y tras una primera semana de reuniones entre líderes mundiales, empresas y organizaciones, la cumbre deja una serie de promesas y acuerdos a gran escala que deberían adoptarse antes del año 2030.
Y todo en un contexto en el que siguen proliferando los estudios que aseguran que las emisiones de gases de efecto invernadero -los culpables del calentamiento del planeta- se están acelerando.
Un total de 103 países han prometido en esta década reducir un 30% sus emisiones de metano
Uno de ellos es el que acaban de publicar desde Global Carbon Project. En el 16º Presupuesto anual del Carbono Global se prevé un aumento de las emisiones del 4,9% para este año y se estima que se llegue hasta los 36.400 millones de toneladas de dióxido de carbono (CO₂) emitidas. En su mayoría, procedentes de combustibles fósiles como el carbón y el gas.
De esto, precisamente, se ha hablado mucho en esta cumbre. En esta primera semana de reuniones hasta 77 actores internacionales se han comprometido en la lucha contra los combustibles fósiles y en centrar esfuerzos en una transición hacia energías limpias.
Con este acuerdo, se pretende acabar de manera gradual con las centrales térmicas para 2030 y para 2040 en el resto del mundo. Un acuerdo, sin embargo, no suscrito por algunos de los mayores países contaminantes: China, Estados Unidos e India.
Pero este no es el único compromiso de importancia en esta cita por el clima. Un total de 103 países han prometido en esta década reducir un 30% sus emisiones de metano, el gas responsable del 25% del calentamiento, tal y como recogía el último informe del IPCC sobre cambio climático. Sus niveles, además, no han parado de aumentar en el último siglo.
Entre los países que han firmado este acuerdo suman el 70% de las emisiones de metano, por lo que, a pesar de las ausencias notorias de países muy contaminantes como China, Rusia o India, la puesta en marcha de estas medidas podrían ser muy alentadoras.
Según Selwin Hart: "Nos encontramos muy lejos de quedarnos por debajo de los 1,5º C acordados en París"
A la par que este acuerdo, se alcanzó otro impulsado por Reino Unido sobre deforestación. El objetivo es revertirla para 2030, pues el empeoramiento de los pulmones del planeta contribuye al aumento de emisiones y coarta la capacidad de los bosques para captar dióxido de carbono (CO₂).
En cualquier caso, estos dos últimos acuerdos se han producido fuera de las conversaciones oficiales de Naciones Unidas y, por tanto, no son vinculantes y no obligan a los Estados a aplicar las medidas prometidas. Dependerá, de nuevo, de la ambición y conciencia climática que tomen los países.
Qué se puede esperar
Esta ambición climática, de alcanzarla, podría reducir el aumento de la temperatura que la ONU situaba en su último informe en los 2,7ºC. La Agencia Internacional de la Energía (IEA) mandaba estos días otro mensaje: si se cumplen las promesas hechas hasta ahora en el marco de la COP 26, el calentamiento global podría limitarse a 1,8ºC por encima de los niveles preindustriales.
Fatih Birol, director ejecutivo de la IEA, calificaba de "alentadoras" las conversaciones mantenidas en esta cumbre. En su opinión, la economía global se estaba encaminando a un nuevo escenario en el que los países no sólo están preocupados por la deriva climática, sino por emplear esfuerzos para evitar las peores consecuencias a través de financiación y los avances tecnológicos.
Los niveles que se manejan en los estudios -entre 1,5ºC y 2,7ºC- demuestran que las proyecciones a futuro no son halagüeñas
No obstante, han surgido otras voces que creen que las promesas realizadas en esta cita mundial por el clima están lejos de cumplirse. Selwin Hart, consejero especial del secretario general de Naciones Unidas sobre cambio climático, dijo en su intervención en la COP 26 que aunque escucha el optimismo, también los datos científicos: "Nos enfrentamos a una emergencia climática".
"No podemos celebrar nada, no hasta que el trabajo esté hecho", apuntó. Naciones Unidas está lista para ayudar a todos en la transición, pero "basándonos en los NDC que nos han enviado ya, el mundo va de camino a los 2,7º C, un camino catastrófico, nos encontramos muy lejos de quedarnos por debajo de los 1,5º C acordados en París. No podemos celebrar nada aún".
En este sentido, David Vieites, investigador y director de Cambio Global del CSIC, cuenta a EL ESPAÑOL que la clave de lo que se lleva hablado hasta ahora en la cumbre son las palabras "no vinculante". Como apunta, "una cumbre como esta va a funcionar cuando acuda un político y diga que ya ha aprobado alguna medida en su parlamento nacional".
El presidente de Estados Unidos Joe Biden podría haber acudido a esta cita mundial por el clima con un gran acuerdo. Sin embargo, su plan sigue atascado en los pasillos del Capitolio.
Según Vieites, "si Biden hubiera conseguido acudir con este plan aprobado, la cumbre habría sido un éxito". Sin embargo, las promesas realizadas hasta ahora "son brindis al sol y esto es preocupante", lamenta el experto.
"No necesitamos mucha más ciencia, el mensaje ya está claro y hay que pasar a las acciones" explica Vieites
El objetivo, según los científicos, era volver a niveles preindustriales para evitar el impacto negativo del cambio climático a nivel mundial. Sin embargo, los niveles que se manejan en los estudios -entre los 1,5ºC y los 2,7ºC- demuestran que las proyecciones a futuro no son nada halagüeñas.
El experto del CSIC explica que entre 1,8ºC y 2ºC, las proyecciones en la zona del Mediterráneo van a ser de incremento de las temperaturas, olas de calor fuertes y episodios como el vivido este año con Filomena.
Además, habrá menos precipitaciones, por lo que habrá más sequías y más incendios, y si hay sequía y aridez, sectores como la agricultura van a verse afectados. "En 2,7ºC, el mundo será otro. Nos tendremos que adaptar a temperaturas muy diferentes", asegura.
"Yo veo muy poca ambición", afirma el investigador, pero insiste en que se puede revertir. Comenta que esta cumbre no debería haber sido la de las promesas: "No necesitamos mucha más ciencia, el mensaje ya está claro y hay que pasar a las acciones".