El secreto de Vera Drake, la 'mártir' que ayudó a cientos de mujeres a abortar de forma clandestina
La película de Mike Leigh expone con crudeza, sin juzgar a sus personajes, el problema que supone no tener una regulación permisiva con el aborto.
6 mayo, 2022 03:03Noticias relacionadas
La reciente filtración del borrador de la Corte Suprema de Estados Unidos en la que varios jueces conservadores plantean la posibilidad de revocar el derecho al aborto en el país ha lanzado de nuevo en las primeras planas una de las eternas luchas de los colectivos en favor de los derechos civiles: la necesidad de establecer un marco jurídico eficaz y coherente sobre la interrupción del embarazo.
Para comprender la dimensión del problema y las posibles consecuencias que tiene la ilegalización del aborto, el mundo de la cultura, concretamente el cine, ha legado a nuestra generación geniales reflexiones sobre la importancia de tener un sistema garantista que permita a la mujer ser libre de decidir sobre su propio cuerpo. El secreto de Vera Drake es una de esas películas que merece la pena reivindicar en estos convulsos tiempos de aparente retroceso en libertades que ya se creían adquiridas.
La cinta británica, dirigida en 2004 por Mike Leigh, presenta la historia (real o ficticia, no se sabe) de una mujer de clase media-baja, Vera Drake, quien vive en el Reino Unido de posguerra. Dotada de un gran corazón y con la sonrisa y el buen humor por bandera, esta adorable vecina a la que todo el mundo adora oculta, no obstante, un oscuro secreto: practica abortos clandestinos a mujeres jóvenes. No les pide dinero, sino que lo hace por puro altruismo. Ella misma, que tiene dos hijos, padeció en sus carnes la necesidad de abortar cuando era adolescente. Hoy quiere hacer con las demás lo que nadie hizo con ella.
La pelicula se sitúa en los años cincuenta, en una época de reparación en la que los supervivientes de la Segunda Guerra Mundial aún tenían las heridas de batalla muy abiertas. El marco jurídico de la época consideraba el aborto como una opción sólo cuando ponía en peligro la vida de la madre. Por lo demás, estaba prohibido. En 1967 la Abortion Act legalizaría el aborto hasta las 28 semanas, convirtiéndose así en una de las legislaciones más liberales del mundo para después volverse más restrictiva. Pero eso es harina de otro costal.
En el caso de El secreto de Vera Drake el cineasta muestra un sistema corrupto donde no sólo se impide a la mujer abortar, sino que este "no derecho" genera también una enorme brecha social entre las propias mujeres. Cuando una dama de alta cuna se queda embarazada y amenaza con una tentativa de suicidio correctamente diagnosticada por un psiquiatra, los médicos podían recomendar de forma extraoficial el aborto, previo pago de una cuota al médico de turno por practicar algo moralmente reprobable además de ilegal.
Abortar era algo que sólo los estratos más altos de la sociedad podían permitirse. Precisamente Leigh juega con esa realidad contrapuesta entre pobres y ricos y muestra la "facilidad" que tiene para practicar un aborto una joven con recursos (de la que no se vuelve a saber nada en todo el filme) frente a la titánica dificultad que padecen aquellas jóvenes –algunas extranjeras– que no pueden costearse médicos "piratas" ni psiquiatras y que, por tanto, deben acudir a mujeres abortistas clandestinas como Vera Drake.
El derecho al aborto
La protagonista, quien sin mala intención se convierte en una potencial criminal al poner en riesgo la vida de una de sus jóvenes "pacientes", es capturada por la policía y sentenciada a dos años y medio de cárcel. El dictamen, objetivamente, es justo por los posibles daños que podría haberle provocado a las mujeres a las que ayudó a abortar, pero ese mismo diagnóstico se genera sobre una falacia –o al menos eso denuncia la película– que recae sobre el sistema.
Que existan sociedades que fuercen a sus mujeres a jugarse la vida practicando abortos clandestinos con jeringuillas, agua, jabón y palanganas no es un problema moral o religioso de mujeres "indecentes", como se las llega a llamar, sino de falta de una jurisdicción justa y permisiva. La película plantea la necesidad de que exista una legislación favorable a la interrupción del embarazo para las tragedias no ocurran. Es el mismo reclamo que hacen los colectivos pro abortistas.
Precisamente hace tres días en ENCLAVE ODS recomendábamos el documental Caso Roe: el aborto en EE.UU., el cual en sus primeros minutos arrancaba con un poderoso discurso de una activista frente a la cámara de representantes de Texas. "[Las mujeres] no dejarán de hacerlo. Siempre ha habido abortos. Todas las mujeres hemos tenido abortos y eso seguirá ocurriendo. Si de verdad quieren detenerlos, ayúdenme a evitar los embarazos no deseados", suplicaba, entre lágrimas. Imponer normas, recuerda El secreto de Vera Drake, sólo genera un potencial riesgo para la vida de aquellas mujeres que van a querer abortar se les permita o no.
Mención aparte merece la descomunal interpretación de Imelda Staunton, nominada a un Óscar por su trabajo junto al propio director, Mike Leigh, y su guion original, lo que suma tres estatuillas (curiosamente no la de mejor película). Precisamente este apartado, el de guion original, guarda el secreto más curioso de la cinta, ya que Leigh confesó en una entrevista que todos los diálogos de la película fueron improvisados por los actores y actrices. Ellos ni siquiera sabían la trama del resto de personajes. No existía un guion pero Leigh tenía que entregarle algún documento a la Academia de Cine para optar a la ominación, por lo que improvisó sobre el papel algunos diálogos dichos por el reparto e inventó otros.
La natural improvisación de prácticamente todas las escenas hace de El secreto de Vera Drake una película orgánica, extremadamente cercana, sencilla en la presentación de sus personajes pero a la vez compleja cuando profundiza, siempre desde la distancia, en las motivaciones de su protagonista, cuya naturaleza y actos despiertan a sus detractores las críticas más furibundas. Quizás su ignorancia la convierta en una mártir; otros pensarán que es una mala persona. Un tercer grupo incluso que es una "tonta".
En cuaquier caso, tanto Vera Drake como las mujeres a las que les practica el aborto, parece querer decir Mike Leigh, son víctimas de un sistema que ha preferido la tradición y la restricción frente a la libertad de derechos civiles. Una situación que recala sobre la salud y el bienestar (ODS 3), la igualdad de género (ODS 5) y la reducción de las desigualdades (ODS 10).